CRÓNICA SALAMANCA
Rogério Fernandes,
Universitario ejamplar

El pasado día 4 de marzo fallecía en
Lisboa Rogerio Fernandes, catedrático jubilado de Historia de la
Educación de la Universidad de Lisboa. Le falló la energía suficiente al
inmenso corazón que tenía. Debo reconocer que me unía a Rogerio una
larga en el tiempo e intensa relación personal e intelectual.
Ultimamente, además, hemos estado en contacto, al menos por tres motivos
de importancia: nuestra presencia en el tribunal de pruebas de acceso a
la agregación de la Universidade Lusofona de Lisboa por parte de nuestro
común colega Antonio Teodoro, la invitación que me hizo para participar
en un libro titulado “O tempo na escola”, que él mismo coordinaba junto
con Ana Mignot (Profediçoes 2008); y la participación conjunta en un
proyecto de investigación sobre el sindicalismo docente en Portugal, que
él mismo dirigía. Ello además de otras tareas de colaboración en
revistas de la especialidad.
Desde muchos años atrás hemos coincidido en Portugal y España, en Italia
y Francia, en toda Europa, en muy diferentes seminarios, encuentros,
congresos, tribunales de tesis doctorales. La bondad natural, unida a la
claridad intelectual de sus posiciones críticas, junto a la capacidad de
trabajo, y el saber aunar esfuerzos , así como su edad y aspecto físico
le iban concediendo en el grupo de historiadores portugueses de la
educación ( y también para los españoles) un auténtico carácter
patriarcal.
Rogerio Fernandes deja escrita una inmensa e importante obra como
historiador de la educación portuguesa, obra que hace pocos años fue
recopilada en lo fundamental por Margarida Felgueiras (de la Universidad
de Porto). Ha sido capaz de estudiar los procesos educativos de Portugal
tal como se desarrollan desde el final del Antiguo Régimen hasta
nuestros días, y de ello dejan constancia varios de sus libros y
artículos. Pero si hay temas de análisis histórico que Rogerio ha sabido
comprender y explicar bien es precisamente el ámbito de la cultura y la
educación popular, tanto dentro del sistema escolar como en
instituciones populares, ateneos obreros, iniciativas alternativas al
orden establecido o dominante.
Por otra parte, Rogerio ha sido parte viva y actor directo de los más
importantes procesos de reforma escolar del Portugal posterior a 1974, a
la “Revolución de los claveles”. El asumió responsabilidades de primer
nivel dentro del nuevo Ministerio de Educación, a través de la Dirección
General de Primera Enseñanza, justamente en el tiempo histórico
inmediato a la revolución, que ponía todo el acento en la cultura de las
masas, en resolver el endémico problema de la escolarización y la
alfabetización de miles de niños portugueses. Además, con el
acompañamiento de otros problemas colaterales como la selección y
contratación de profesores, la atribución de partidas presupuestarias
para la escuela primaria, la construcción y rehabilitación de locales
para la primera enseñanza, oportuna dotación de medios y útiles
escolares, y otras tareas.
Rogerio ha sido finalmente un universitario ejemplar en su actividad
docente e investigadora, en sus responsabilidades de gestión, en saber
intervenir y opinar con libertad sobre las cuestiones educativas y
universitarias que se iban planteando en el camino de la vida. El ha
sabido hacerlo con sencillez y naturalidad, pero ha demostrado que no
son necesarias grandes declaraciones de cara a la galería, que no se
precisa boato y fotos para esclarecer una conducta de compromiso con la
universidad y con la sociedad portuguesa de su tiempo.
Por todo ello, al tiempo que lamentamos mucho su muerte, podemos
convenir en que trayectorias personales e intelectuales como la suya
hacen más habitable y honesto el mundo, hacen más comprensible el papel
de la inteligencia y la bondad unidas, así como la necesaria
ejemplaridad intelectual de algunas personas, en la universidad y en la
vida cotidiana. Rogerio Fernandes es una de ellas, que no puede dejar de
estar en ese muestrario.
José María Hernández Díaz
Universidad de Salamanca
jmhd@usal.es
SALAMANCA
Nuevos Estatutos de la
Universidad

El Claustro Universitario aprobó por
156 votos a favor, 8 en contra y 6 abstenciones los nuevos Estatutos de
la Universidad de Salamanca adaptados a la Ley Orgánica de Universidades
(LOU), que entrarán en vigor una vez sean aprobados por la Junta de
Castilla y León.
El nuevo documento, que incorpora las enmiendas presentadas durante la
sesión del pasado lunes, modifica 88 artículos de un total de 206 que
integran el texto, así como seis disposiciones adicionales, cuatro
transitorias y cuatro disposiciones finales.
Al término de la sesión y en declaraciones a los medios de comunicación,
el rector Daniel Hernández Ruipérez indicó que esta adaptación de los
Estatutos a la legislación vigente “era de obligado cumplimiento”.
“Aunque quizá pensáramos que hubiera sido conveniente esperar un poco,
la LOU nos obligaba a su reforma antes del 17 de abril”, precisó
Hernández Ruipérez, para quien el nuevo texto “no representa una
modificación sustancial de los Estatutos, ya que no va a afectar en
exceso al funcionamiento diario de la Universidad”. 
CRÓNICA
Cartas desde la
ilusión

Querido Amigo:
Hoy sigo con mis ideas sobre el tema de la planificación. Y es que, en
realidad, me preocupa, y mucho, porque creo que los educadores con
demasiada frecuencia nos dejamos llevar por nuestra inercia psicológica
que nos lleva a la rutina de agarrarnos al libro de texto y renunciar,
en consecuencia, a cualquier intento o atisbo de planificar.
Como sabes, los libros de texto están llamados a desaparecer a corto
plazo. Están llamados a desaparecer no sólo por la presión de la
implantación progresiva de las Tecnologías de la Información y la
Comunicación, sino también, y sobre todo, por el avance progresivo y sin
vuelta atrás del enfoque del desarrollo de las competencias de los
alumnos. Este enfoque, si se entiende bien, resulta incompatible con la
utilización preferente (y casi única en la mayoría de los centros) del
libro de texto como vehículo de la acción educadora de los profesores.
Es cierto que la sociedad tendrá que luchar y posicionarse frente a las
Editoras de libros de texto, cuyo negocio es, como todos sabemos,
altamente suculento. Pero también, la sociedad tendrá que luchar contra
la inercia psicológica de los padres, para los que, en su mayoría,
parece depender la educación de sus hijos del conocimiento y aprendizaje
de uno, dos, tres… (no sé hasta cuántos) libros de texto (los profesores
se preguntan en qué medida los padres pueden llegar a aceptar que sus
hijos no tengan libros escolares… ¡como los tuvieron ellos!).
Pero también, por desgracia, la sociedad tendrá que luchar contra la
inercia psicológica de muchos profesores que, en muchísimos casos, ven
en el libro de texto su “paraguas”, su “escudo”, el medio que le sirve
para defenderse de su falta de… ¡planificación!
Los profesores deberíamos ser honestos y reemplazar el libro de texto
por la planificación… por nuestra planificación de cómo sabemos y
queremos que nuestros alumnos desarrollen sus competencias básicas
resolviendo problemas que les sirvan para tener una proyección de futuro
en la vida. Neil Postman (del que supongo ya habrás leído algo) decía
que, para que la escuela cambie realmente, deberíamos tirar los libros
de texto por la ventana… y si algún profesor quiere utilizar un libro de
texto, entonces que encuaderne un conjunto de hojas en blanco, a la
manera de un libro sin ninguna escritura, y se lo proporcione a sus
alumnos para que sean ellos los que elaboren su propio libro de texto.
Ahora bien, si los profesores somos incapaces de planificar tareas que
puedan servir a nuestros alumnos en función de su futuro, ¿qué se puede
esperar?
Te parecerá extraño, pero la realidad es así. Yo mismo lo he podido
comprobar últimamente con un grupo de profesores pertenecientes a un
centro educativo. Este centro educativo había solicitado un curso sobre
“Desarrollo de competencias básicas”. Yo tuve la oportunidad de impartir
ese curso, y la oportunidad de comprobar cómo, en muchas ocasiones, los
profesores no tenemos la proyección “hacia la vida real” que se nos
exige para poder ser capaces de promover el desarrollo de las
competencias básicas en nuestros alumnos.
Te explico. Como sabes, el enfoque del desarrollo de competencias
básicas se fundamenta en la planificación de tareas que tengan sentido
para los alumnos, es decir, que les transporten a situaciones de la vida
real en las que tengan que manejar un conjunto de conocimientos,
recursos, procedimientos, etc., que hasta ahora eran meramente
académicos (sólo servían dentro de las cuatro paredes del aula). Pues
bien, en uno de los ejercicios prácticos que planteé en el curso, les
pedí a los profesores que se comportasen como alumnos de 15-16 años y
tratasen de resolver la tarea “¿Cuánto cuesta reformar una habitación de
una casa?”.
¿Puedes imaginar lo que sucedió?
Fue muy sencillo. Los profesores no fueron capaces de “abrir las puertas
del aula” hacia el mundo exterior, el mundo de los profesionales que
resuelven este problema, en el que están implicados conocimientos de
geometría (cálculo de superficies de paredes, de suelos, de baldosas,
etc.), de cálculo de presupuestos (considerando los costes de cada una
de las actividades y de las horas de dedicación de los profesionales que
se encargan de realizar este tipo de obras), de química (todo lo que
gira en torno al mundo de las pinturas: pinturas plásticas o no,
componentes de las pinturas, etc.), de materiales (cómo y de qué se
hacen los ladrillos, el cemento, las baldosas, el parqué, etc.), de
componentes necesarios (todo lo referente a la electricidad: cables,
bombillas, interruptores, relés, etc.), sin perder de vista todos los
elementos lingüísticos (tanto en el idioma propio como en idioma
extranjero) que se tienen que manejar, todas las posibilidades
socio-históricas y medio-ambientales que llevarían a los alumnos a
considerar los distintos tipos de casas a lo largo de la historia (en
función de los países, las religiones, las clases sociales, los
materiales con que se construían, etc.).
Realmente, quedé decepcionado. Mi pregunta fue: si los profesores no
tenemos ese “sentido de la realidad de la vida”, ¿cómo podremos promover
en nuestros alumnos tareas concordes con las necesidades vitales que se
les presentarán, sin duda, a lo largo de su vida y con los conocimientos,
destrezas y competencias necesarias para satisfacer esas necesidades?
Te dejo, por esta vez, pero te invito a que pienses en plantear a tus
alumnos la tarea de explicar “¿por qué llueve?”. Espero que seas capaz
de “entrar en la realidad de la vida” y contemplar la complejidad de
este problema y todas las competencias, destrezas, habilidades,
conocimientos, procedimientos, descubrimientos, interpretaciones,
análisis, evaluaciones… que esta tarea implica.
Como siempre, salud y felicidad. 
Juan A. Castro Posada
juancastrop@gmail.com
PRIMEIRA COLUNA
A Ciência como cultura
na Europa

“A Europa tem no futuro do seu próprio
desenvolvimento científico um dos seus principais desafios”. As palavras
são o ministro da Ciência Tecnologia e Ensino Superior e foram
proferidas, este mês, no Conselho dos Assuntos Sociais da União
Europeia. As declarações de Mariano Gago foram mais um aviso ao Velho
Continente de que é necessário mudar algo, impor uma cultura científica
mais dinâmica capaz de chegar a todas as camadas sociais.
O ministro avançou com números e relembrou aos mais distraídos que: “a
Europa não tem os cientistas (e engenheiros que trabalham em
investigação científica ou desenvolvimento tecnológico) de que precisa.
Em cada mil activos no Japão, 12 são cientistas. Em cada mil activos nos
EUA, 10 são cientistas. Na Europa, esse número é de 5, 9 por mil, não
chega a 6. A Europa da Ciência é metade de si mesma”.
Mas o ministro Mariano Gago foi mais longe: “esta proporção reduzida de
cientistas na Europa pouco cresceu nas últimas décadas. Apenas
esporadicamente, e em situação antecipada de emergência”.
Mariano Gago defende por isso a ideia de que “o desenvolvimento
científico moderno requer contudo mais do que especialização à medida
das necessidades”. Isto é, exige que a sua dimensão humana assuma o
comando, numa lógica em que a sociedade inteira deve assumir a ciência
como cultura e em que a cultura científica deve entrar em todas as
camadas sociais, as organizações e os processos de decisão. Caso isso
não se concretize, a Europa corre o risco “de não ter novas gerações de
jovens que queiram estudar ciências, nem cultura de risco na sociedade,
nem apoio social sólido à prioridade ao desenvolvimento científico”.
Além destes dados, aquele responsável lembrou aos seus parceiros
europeus o facto de o problema porventura mais crítico para o futuro da
Ciência e da Tecnologia na Europa ser “a reduzidíssima proporção de
mulheres na Ciência nalguns países europeus”. Mariano Gago recorda que
“se existem efectivamente países onde a proporção de mulheres na
investigação se aproxima da paridade (44% em Portugal, por exemplo),
outros há (e não dos mais pequenos) onde essa proporção não excede
16%!”. Por isso questiona: “Como acreditar no futuro da Europa quando,
em muitas regiões, é ponto assente que uma mulher com filhos, mesmo que
altamente educada, não deve trabalhar a tempo inteiro? Que deve estar
diariamente disponível para ir buscar os filhos à escola à hora do
almoço? Hoje esta é certamente uma das fronteiras mais sérias do nosso
desenvolvimento humano, e não apenas científico, e que se tem revelado
uma das mais difíceis de remover de forma generalizada”.
As palavras de Mariano Gago devem ser entendidas como uma mensagem para
a Europa no seu todo, mas também para o nosso próprio País. Afinal a
Europa deve ser competitiva com o resto do Mundo e os Portugueses devem
conseguir sê-lo, pelo menos, com os restantes parceiros europeus. A
bitola deve ser alta e as condições disponibilizadas às instituições de
ensino superior e de investigação devem ser reforçadas com as devidas
contrapartidas de produção científica e de conhecimento. Num outro
patamar diria que a excelência e a exigência devem estar interligadas,
promovendo assim o tal pressuposto de que toda a sociedade possa assumir
a ciência como cultura, numa lógica em que sem trabalho e sem condições
nada se consegue... muito menos na ciência. 
João Carrega
carrega@rvj.pt
CRÓNICA
Das Tragédias

Oh as casas as casas as casas mudas
testemunhas da vida elas morrem não só ao ser demolidas.
Elas morrem com a morte das pessoas
...
Ruy Belo
Pois cá me têm de volta à ecologia.
Depois do Haiti, da Madeira, do Chile; dos terramotos, das cheias, dos
tsunami, dos ventos e marés; das catástrofes anunciadas que hão-de vir e
também das que nunca chegarão a sê-lo, a palavra de ordem é mais do
mesmo: cuidem-se os mortos e enterrem-se os vivos.
Não é desrespeito pelos acontecimentos recentes, pela perda de vidas
humanas confinadas ao destino que lhes foi imposto. Não. É pela náusea
causada por tanta desvergonha de quem haveria de ter tido cautelas
capazes de minimizar as fúrias naturais, parecendo querer insistir nos
mesmos erros e pelo massacre dos media que, mais uma vez, na procura
cega de audiências, disseram o que sabiam e não sabiam e nos fizeram
chegar a desgraça alheia em doses industriais, como se a que temos não
fosse já bastante. Acham interesse, estes novíssimos fazedores de
notícias, saber quantos mortos são… mortos, e de quantos feridos ou
desaparecidos se faz um morto.
Choram agora lágrimas de crocodilo, aqueles que ao longo dos anos foram
construindo as armadilhas a troco de benefícios próprios inconfessados
ou, simplesmente, por maneirismos ditatoriais.
No caso do arquipélago da Madeira, há muito que entidades credíveis e
organizações ambientalistas, como a Quercus, vinham alertando para os
perigos com ocorrência inevitável de danos humanos e biofísicos dum modo
geral, que poderiam representar estes fenómenos naturais, aliás
frequentes naquelas ilhas, devido ao desrespeito dos planos directores
municipais ou à sua ausência, permitindo a construção ao longo das
ribeiras, bem como o estreitamento das mesmas, construção sem regras ou
o desmazelo, para não dizer estultícia, da implantação de serviços como
hospitais e bombeiros, justamente nos locais onde a probabilidade de
cheias é maior, tornando por isso nula a preponderante capacidade da sua
intervenção em casos de catástrofes do género. Mas de tudo se fez tábua
rasa. Os prevaricadores sempre se sentiram como peixes na água, (águas
turvas, diga-se) até porque, se por um lado a especulação imobiliária
vestida de imperativo económico/turístico, se tornou uma fonte de
rendimento fortemente rentável, a inoperância da justiça permitiu a
impunidade dos causadores a montante desta tragédia.
Vem a propósito a presença grotesca, em tudo o que é noticiário, do
presidente do Governo Regional da Madeira, cuja guerra aberta com Lisboa
sempre variou entre o sorvedouro de fundos e as ameaças veladas de
independência do arquipélago. Agora é mais português que o Infante D.
Henrique, esquecerá todas as diatribes com o continente e, pior que
tudo, ao contrário do que anunciou recentemente, pensa recandidatar-se
em 2011, o que confirma o ditado, “uma desgraça nunca vem só”! 
João de Sousa Teixeira
teijoao@gmail.com
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