CRÓNICA SALAMANCA
La Universidad Pública
Bajo Sospecha
Al título de este artículo, para evitar
equívocos, habría que añadirle de inmediato, “al menos en opinión de
algunos poderes fácticos”.
Es decir, los sectores representativos del neoconservadurismo se frotan
las manos desde que el gobierno de España, en estas pasadas semanas, se
ha visto obligado a retirar miles de millones de euros a pensiones de
jubilados, funcionarios públicos, proyectos e iniciativas sociales, y
desde luego ayudas a la investigación en la universidad, a la calidad
docente, y a muchas iniciativas de calidad educativa y universitaria.
¿Para qué? Se dice que para sanear la economía y el desastre financiero
generado por la apropiación multimillonaria de un puñado de indeseables,
buitres de la corrupción y las finanzas.
Bajo alta presión de los poderes fácticos de la banca internacional,
buena parte de los proyectos públicos de bienestar social y de mejora
educativa se han visto desactivados, en España y en Europa. No cabe el
consuelo idiota de mirar al lado y ver cómo otros paises de Europa
también se ven obligados a arrodillarse, a postergarse ante la poderosa
maquinaria de la banca, del dios dinero, que actúa sin piedad alguna
ante el dolor de millones de ciudadanos. Esta gran estrategia financiera
del gran capital, “saneadora” de contaminaciones y malas prácticas
financieras y de gestión (en algunos casos parece que con razón), en su
conjunto va en contra de los principios de igualdad, libertad y
convivencia que vienen caracterizando a la Europa del siglo XX frente al
modelo de tiburones y halcones financieros que imperan en el concierto
internacional, desde el imperialismo USA, a los neocon de Asia, Rusia, o
lugares semidesconocidos de islas exóticas del Indico o el Caribe.
La consecuencia de todo este artificioso, alambicado y complejo proceso
financiero, económico y político es que se impone para la gran mayoría
de las iniciativas sociales, culturales y educativas de procedencia
pública, al parecer para los próximos años , la máxima de <sálvese quien
pueda>, es decir, la ley de la selva, la imposición de la fuerza, de los
más fuertes sobre los débiles y enfermos (sociales, sanitarios,
educativos).
Además, con el agravante de tener que soportar a diario comentarios
impúdicos y soeces sobre el mal comportamiento y la falta de
profesionalidad de funcionarios públicos, sobre el mal funcionamiento de
las escuelas y universidades públicas. El paradigma de la calidad
parecer quedar representado en la escuela y en la universidad privada
(incluso en un tipo muy concreto de ella, la mercantil y elitista),
mientras que lo público quedaría con carácter residual, como mal menor
para acogida y entretenimiento social de algunos sectores socialmente
desfavorecidos.
Es para muchos de nosotros una etapa demoralizadora, porque queda
cuestionado lo radical de muchas de las tareas de las ciencias sociales
y humanas en que nos movemos. Asistimos a una regresión hacia modelos
educativa y universitariamente desiguales. Es un desprecio manifiesto
hacia lo que para muchos de nosotros es casi sagrado, como el humanismo,
la solidaridad, los valores del encuentro y la cooperación, la igualdad
social, la educación para todos, la universidad y la educación superior
accesibles y de calidad para aquellos que lo merecen.
Corren muy malos tiempos, en especial para las especialidades
científicas y los saberes que no son considerados como estratégicamente
sugerentes y atractivos, aquellos que parecen no ser prioritarios al fin.
Ya se observa, día a día, el desinterés oficial de los modelos sociales
y políticos conservadores (aún más ahora) hacia muchas iniciativas e
investigaciones calificadas de no estratégicas.
La orientación de la investigación y de los intereses científicos de los
usuarios e investigadores se van canalizando poco a poco hacia las
tecnologías, a la ciencia aplicada, y dentro de ella hacia muy pocos
sectores, los destacados como punteros y competitivos. Los proyectos de
investigación de perfil y financiación europea ya vienen comportándose
así desde hace años, y los nacionales y regionales se suman de manera
aparentemente despreocupada en la misma dirección.
Si nos referimos a la hermana menor de las tareas que se desempeñan en
las universidades, la docencia, el panorama es todavía más desalentador.
Como consecuencia de estos fenómenos de recorte de gasto la presión que
sufren los docentes universitarios es aún más intensa. Los salarios de
los profesores universitarios se ven aminorados, como si ellos fueran
los responsables de la debacle producida por el desatinado gasto público
en ciertos sectores de las administraciones públicas. La dedicación
docente de cada profesor aumenta, bajo criterios de rentabilidad,
taylorismo y eficacia. La reconversión de plazas y puestos docentes
conduce a resultados estrictamente contables y económicos. A partir de
estas prácticas de rentabilidad económica pura, la docencia de calidad
no deja de ser simplemente una bonita y retórica declaración de
intenciones, porque en estas condiciones no será posible aspirar a ella,
de ninguna manera.
La universidad pública parece a ciertos intereses de la gran iniciativa
privada como sospechosa de derroche y mala gestión. Nada de esto es
cierto, en el conjunto de nuestra universidad, ni en la docencia, ni en
la investigación, tareas en las que la universidad española ha
demostrado en los últimos 30 años una responsabilidad social,
productividad científica y eficacia docente más que notoria, incluso
elevada.
Malos, muy malos tiempos corren para la docencia de calidad, para la
investigación científica, para una proyección responsable y cualificada
de la universidad en la sociedad.
José María Hernández Díaz
Universidad de Salamanca
jmhd@usal.es
SALAMANCA
Concurso de Fotografía
Digital
El Instituto de Integración en la
Comunidad (INICO) de la Universidad de Salamanca, en colaboración con la
Fundación Grupo Norte, convoca una nueva edición, la octava, del
Concurso de Fotografía Digital del INICO: “Las personas con discapacidad
en la vida cotidiana”. Con esta iniciativa se busca dar mayor
visibilidad al día a día de las personas con discapacidad.
Las fotografías, que deberán tener formato electrónico, podrán enviarse
a través del formulario habilitado para tal fin en la web del concurso
(http://inico.usal.es/concursofotografia). El plazo de recepción de
trabajos finalizará el 26 de octubre de 2010. Hasta entonces, todos los
interesados mayores de edad podrán remitir sus trabajos, respetando el
límite de cinco fotografías por autor. Las fotos presentadas deberán
ajustarse al tema propuesto, “Las personas con discapacidad en la vida
cotidiana”.
El ganador del concurso obtendrá un premio en metálico de 1000 euros,
además del trofeo Fundación Grupo Norte y diploma. Existe un segundo
premio dotado con 500 euros y diploma. Así mismo, la fotografía que
mejor refleje a las personas con discapacidad en la universidad recibirá
un premio de 500 euros y diploma. Por otra parte, las 20 fotos
finalistas formarán parte de una exposición itinerante por diversos
puntos de España.
Se pueden consultar las bases completas del VIII Concurso de Fotografía
Digital del INICO en la web del concurso, donde se dará a conocer el
resultado en el mes de diciembre.
CRÓNICA
Cartas desde la
ilusión
Querido Amigo:
En mis reflexiones y pensamientos sobre el desarrollo de la competencia
de “aprender a aprender”, tras las últimas aproximaciones (1) a la
necesidad de explorar cómo entienden nuestros alumnos lo que es el
aprendizaje, (2) a la necesidad de que sean los propios alumnos quienes
regulen su propio proceso de aprendizaje (mediante la planificación, la
supervisión y la evaluación de las tareas), y (3) a la necesidad de
encauzar las atribuciones que hacen en relación con sus éxitos y
fracasos, quiero abordar, ahora, un tema de mucha actualidad y que
resulta básico para poder realizar cualquier desarrollo de éxito en la
educación: el problema de la expresión lingüística y su función
epistémica.
Cuando imparto cursos a los profesores sobre el desarrollo de
competencias, siempre enfatizo el papel de las tradicionalmente llamadas
“habilidades instrumentales”: lectura, escritura y cálculo. Y es que me
da la impresión de que muchos profesores consideran que el nuevo enfoque
de desarrollo de competencias “ensombrece” el uso de estas habilidades
instrumentales. Nada más lejano de la realidad.
No puede haber desarrollo de competencias en los alumnos sin la “caja de
herramientas” que les permitirá construirlas. En esa caja de
herramientas se encuentran sólo las tres anteriormente indicadas, es
decir, la lectura, la escritura y el cálculo.
Hoy quiero centrarme en la expresión lingüística como competencia básica
que se fundamenta en el desarrollo de las habilidades instrumentales de
la lectura y la expresión verbal y escrita y que, como tal, es uno de
los pilares básicos de la competencia “aprender a aprender”.
Un principio fundamental e inalienable es que los niños, durante los
primeros cursos de su Educación Primaria o Enseñanza Básica, tienen que
adquirir dominio y fluidez en este ámbito, pues, de lo contrario,
difícilmente podrán llegar a desarrollar/adquirir el resto de las
competencias básicas. Por eso, creo que el esfuerzo principal de los
profesores con los niños hasta los 10-12 años de edad (es decir,
prácticamente durante todo el proceso de Enseñanza Básica) debería
concentrarse en hacer que los alumnos lean, hablen y escriban
correctamente. Leer, hablar, escribir. Leer, hablar, escribir…
Resulta realmente lamentable asistir al espectáculo bochornoso de
adolescentes de los primeros (e incluso más tardíos) años de la
Enseñanza Secundaria que carecen de comprensión de lo que leen, que se
expresan casi exclusivamente con afirmaciones monosilábicas o de una
sola palabra, que utilizan consistentemente e invariablemente
expresiones muy “de ahora”, pero que revelan una pobreza lingüística
inconmensurable… Expresiones como “guay”, “mola”, etc., son usadas por
los niños y adolescentes de forma repetida en cantidad de contextos y de
situaciones, dando la impresión de que carecen de la riqueza lingüística
necesaria para expresar aspectos emocionales (e incluso racionales). No
cabe duda que la mayor parte del componente lingüístico expresivo en la
escuela se espera que sea de tipo cognitivo o racional, ya que, por
desgracia, el componente emocional ha sido apartado sistemáticamente en
casi su totalidad del aula, quedando circunscrito, casi en exclusiva, a
los momentos en que los alumnos interactúan en el patio de recreo, o en
que se relacionan con sus familiares y otras personas fuera del centro
educativo. Esto convendría corregirlo.
Por otro lado, la expresión escrita de nuestros escolares se ha
degradado, también, en amplias proporciones, como consecuencia de la
escasa actividad de escritura que se promueve en las escuelas, donde
prima el establecimiento de relaciones entre cosas (flechas que indican
relación, etc.), las actividades de agrupamiento sin necesidad de
expresar las razones o causas de dichas reuniones de objetos o de hechos,
la resolución de problemas o situaciones de la vida mal planteados (por
querer hacerlo de una manera sencilla, tal vez excesivamente sencilla)
mediante monosílabos (sí, no), o palabras únicas (bien, mal, correcto,
incorrecto, etc.). Parece ser, pues, que cierto tipo de “actividad” (mal
entendida) ha sustituido, en gran parte, a la necesaria expresión
lingüística, sea verbal o escrita (que también es una actividad, no lo
olvidemos).
Por todo ello, hemos de resignarnos a aceptar afirmaciones de
investigadores que sugieren que es muy habitual, en nuestros alumnos, la
experiencia de querer comunicar una idea y acabar diciendo “no sé cómo
decirlo” (son muchos, sin embargo, los estudios que ponen de manifiesto
la gran capacidad del lenguaje para hacer explícitas ideas y
conocimientos que tenemos, pero que no sabemos que tenemos, o que se
“aclaran” al expresarlas; véanse, por ejemplo, Olson, 1998, Vygostki,
1977, 1979). Esta dificultad es interpretada por estos investigadores
como una manifestación del costoso proceso de hacer explícito lo que
está implícito. Como diría Henry Wallon, lo que sucede, en realidad, es
que falta comprensión.
Finalmente, si asumimos que el lenguaje cumple una función de andamiaje
del pensamiento (al verbalizar lo que vamos pensando, se ordenan las
ideas porque se toma conciencia de ellas), tal vez podamos entender la
medida en que la falta de capacidad lingüística de nuestros alumnos ha
contribuido al fracaso creciente de nuestro sistema educativo desde hace
años.
No se puede pensar (ni ayudar a pensar) sin comprender. Por eso,
conviene leer-hablar-escribir; conviene leer-hablar-escribir; conviene
leer-hablar-escribir; leer-hablar-escribir…
Como siempre, salud y felicidad.
Juan A. Castro Posada
juancastrop@gmail.com
PRIMEIRA COLUNA
Quando o telemóvel
ensina
Vivemos na era digital. Uma época em
que os nossos jovens não conseguem viver sem as novas tecnologias e em
que a escola tenta encontrar o seu caminho nesta matéria. Já o
escrevemos nesta mesma coluna e voltamos a reafirmá-lo: os nossos jovens
são nativos digitais. Nasceram com as novas tecnologias e não conseguem
viver sem elas. A utilização do telemóvel é um bom exemplo da
dependência que se criou em torno de um aparelho que, por diferentes
razões, continua a ser proibido dentro das salas de aula, mas que começa
a ser visto por alguns investigadores como um instrumento educativo útil
à aprendizagem.
Há adolescentes que, por semana, enviam cerca de duas mil mensagens SMS.
Não sabem viver de outra forma. “O telemóvel tornou-se num acessório
quase obrigatório e é transportado para uma série de situações diárias,
desde as aulas, aos tempos lúdicos e aos tempos passados com a família
ou com os amigos”, revela um estudo desenvolvido pelo Centro de
Investigação e Estudos em Sociologia do Instituto Superior de Ciências
do Trabalho e da Empresa (E-Generation, 2007).
É neste contexto, em que ainda existem conflitos geracionais
(entendam-se como défice digital) dentro da escola, que as novas
tecnologias começam a assumir um papel cada vez mais importante. E é,
entre muitos caminhos digitais e tecnológicos, que surge a possibilidade
de utilizar o telemóvel em contexto educativo. A ideia é descabida,
dirão uns; Onde é que já se viu utilizar o telemóvel dentro da sala de
aula, dirão outros.
A verdade é que já começaram a ser feitas experiências nesta área em
Portugal. Afinal, o telemóvel pode servir para que os alunos possam
produzir os seus próprios conteúdos sobre uma determinada matéria, ou
para elaborarem pequenos textos, de forma colaborativa, através das
mensagens.
Mas há outros aspectos que essas experiências revelam. “O telemóvel
permite aos alunos gravarem vídeos de visitas de estudo, agendarem os
testes na agenda do telemóvel, utilizar do bloco de notas para recolha
de apontamentos ou a transferirem informação entre os pares através do
bluetooth. E se os professores lhes enviarem SMS, eles provavelmente não
resistem e vão ler”, conforme explica a psicóloga Eduarda Ferreira, em
declarações ao diário i.
Aquele é apenas mais um dos muitos caminhos que a era digital pode
trazer à escola, com a certeza que com, ou sem telemóvel, as novas
tecnologias vão mudar a forma de ensinar e aprender...
João Carrega
carrega@rvj.pt
CRÓNICA
O Tempo e o Governo
que temos
Nos meus primeiros anos de Alentejo,
como ainda hoje, sempre procurei inteirar-me de como os alentejanos
interpretam as coisas e o sentido delas no seu modo peculiar de falar.
Aprendi que ao vento forte e arreliador chamam busaranho e que quando o
sol não abre e chuvisca (aquela chuva a que me habituei a chamar de
molha parvos...) os alentejanos chamam morraçar ou amorraçar.
Num dia em que essas condições meteorológicas se cumpriam e a companhia
– constituída por homens moldados na planície, com a terra e com o gado
– resolvi lançar o vocábulo aprendido com eles, para me associar e me
sentir mais próximo daquele colectivo que, evidentemente, só integro com
o coração. Por isso, soltei no momento:
- Está a amorraçar …
Teria sido a minha lança em África; a minha aproximação mais conseguida,
mas saí-me mal. Um dos do grupo corrigiu-me, carregando propositadamente
no sotaque, em jeito de interjeição, para que eu sentisse a reprimenda e
atirou-me:
- ‘tá cabanêro!...
Esta expressão tem um significado semelhante, mas aconselha também a não
sair de casa. No caso, qualquer coisa como “vamos para dentro, que isto
aqui não é vida…”
Se não contasse isto, rebentava. Mas tal vem a propósito de outros
desentendimentos, de que me ocupo agora.
Escrevo esta crónica em finais de Maio. A primeira redundância é que, às
portas de Junho, continuemos com um tempo instável: chove e faz frio num
dia, para no dia seguinte parecer que o verão chegou em força. Nada mais
falso: a seguir vem um dia de Inverno, que se não nos constipa, no
mínimo deixa-nos constrangidos, sem vontade de sair de casa, sem ânimo
para respirar fora das quatro paredes.
As alterações climáticas constantes provocam sensações estranhas no
comportamento, irritam, deprimem, fazendo com que as vontades vacilem
entre o quero e o não queria. Talvez mais importante do que isto são os
danos na natureza, irreversíveis, na maior parte das situações.
A segunda redundância é a semelhança que tudo isto tem (e sublinho que
em ambos os casos se trata de manipulação consciente e criminosa) com a
orientação política do governo que temos, como se lia num recente
comunicado da CGTP, “sob o estafado argumento do défice e dos
sacrifícios para todos, prepara novas e graves penalizações para os
trabalhadores e para as camadas mais desfavorecidas das populações, ao
mesmo tempo que cria condições para que os grandes senhores do dinheiro
aumentem as suas fortunas.” As afirmações e desmentidos diários
ultrapassam já o aconselhável pelo manual da incerteza e situam-se, nos
dias que correm, mais do que na incompetência, na orientação premeditada
de atingir quem menos meios tem para se defender, se não lutando,
lutando, lutando!
Lutaremos, pois. Nem que chovam picaretas!
João de Sousa Teixeira
teijoao@gmail.com
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