Director Fundador: João Ruivo    Director: João Carrega    Publicação Mensal    Ano XIII    Nº148   Junho 2010

Opinião

CRÓNICA SALAMANCA

La Universidad Pública Bajo Sospecha

Al título de este artículo, para evitar equívocos, habría que añadirle de inmediato, “al menos en opinión de algunos poderes fácticos”.

Es decir, los sectores representativos del neoconservadurismo se frotan las manos desde que el gobierno de España, en estas pasadas semanas, se ha visto obligado a retirar miles de millones de euros a pensiones de jubilados, funcionarios públicos, proyectos e iniciativas sociales, y desde luego ayudas a la investigación en la universidad, a la calidad docente, y a muchas iniciativas de calidad educativa y universitaria. ¿Para qué? Se dice que para sanear la economía y el desastre financiero generado por la apropiación multimillonaria de un puñado de indeseables, buitres de la corrupción y las finanzas.

Bajo alta presión de los poderes fácticos de la banca internacional, buena parte de los proyectos públicos de bienestar social y de mejora educativa se han visto desactivados, en España y en Europa. No cabe el consuelo idiota de mirar al lado y ver cómo otros paises de Europa también se ven obligados a arrodillarse, a postergarse ante la poderosa maquinaria de la banca, del dios dinero, que actúa sin piedad alguna ante el dolor de millones de ciudadanos. Esta gran estrategia financiera del gran capital, “saneadora” de contaminaciones y malas prácticas financieras y de gestión (en algunos casos parece que con razón), en su conjunto va en contra de los principios de igualdad, libertad y convivencia que vienen caracterizando a la Europa del siglo XX frente al modelo de tiburones y halcones financieros que imperan en el concierto internacional, desde el imperialismo USA, a los neocon de Asia, Rusia, o lugares semidesconocidos de islas exóticas del Indico o el Caribe.

La consecuencia de todo este artificioso, alambicado y complejo proceso financiero, económico y político es que se impone para la gran mayoría de las iniciativas sociales, culturales y educativas de procedencia pública, al parecer para los próximos años , la máxima de <sálvese quien pueda>, es decir, la ley de la selva, la imposición de la fuerza, de los más fuertes sobre los débiles y enfermos (sociales, sanitarios, educativos).

Además, con el agravante de tener que soportar a diario comentarios impúdicos y soeces sobre el mal comportamiento y la falta de profesionalidad de funcionarios públicos, sobre el mal funcionamiento de las escuelas y universidades públicas. El paradigma de la calidad parecer quedar representado en la escuela y en la universidad privada (incluso en un tipo muy concreto de ella, la mercantil y elitista), mientras que lo público quedaría con carácter residual, como mal menor para acogida y entretenimiento social de algunos sectores socialmente desfavorecidos.

Es para muchos de nosotros una etapa demoralizadora, porque queda cuestionado lo radical de muchas de las tareas de las ciencias sociales y humanas en que nos movemos. Asistimos a una regresión hacia modelos educativa y universitariamente desiguales. Es un desprecio manifiesto hacia lo que para muchos de nosotros es casi sagrado, como el humanismo, la solidaridad, los valores del encuentro y la cooperación, la igualdad social, la educación para todos, la universidad y la educación superior accesibles y de calidad para aquellos que lo merecen.

Corren muy malos tiempos, en especial para las especialidades científicas y los saberes que no son considerados como estratégicamente sugerentes y atractivos, aquellos que parecen no ser prioritarios al fin. Ya se observa, día a día, el desinterés oficial de los modelos sociales y políticos conservadores (aún más ahora) hacia muchas iniciativas e investigaciones calificadas de no estratégicas.

La orientación de la investigación y de los intereses científicos de los usuarios e investigadores se van canalizando poco a poco hacia las tecnologías, a la ciencia aplicada, y dentro de ella hacia muy pocos sectores, los destacados como punteros y competitivos. Los proyectos de investigación de perfil y financiación europea ya vienen comportándose así desde hace años, y los nacionales y regionales se suman de manera aparentemente despreocupada en la misma dirección.

Si nos referimos a la hermana menor de las tareas que se desempeñan en las universidades, la docencia, el panorama es todavía más desalentador. Como consecuencia de estos fenómenos de recorte de gasto la presión que sufren los docentes universitarios es aún más intensa. Los salarios de los profesores universitarios se ven aminorados, como si ellos fueran los responsables de la debacle producida por el desatinado gasto público en ciertos sectores de las administraciones públicas. La dedicación docente de cada profesor aumenta, bajo criterios de rentabilidad, taylorismo y eficacia. La reconversión de plazas y puestos docentes conduce a resultados estrictamente contables y económicos. A partir de estas prácticas de rentabilidad económica pura, la docencia de calidad no deja de ser simplemente una bonita y retórica declaración de intenciones, porque en estas condiciones no será posible aspirar a ella, de ninguna manera.

La universidad pública parece a ciertos intereses de la gran iniciativa privada como sospechosa de derroche y mala gestión. Nada de esto es cierto, en el conjunto de nuestra universidad, ni en la docencia, ni en la investigación, tareas en las que la universidad española ha demostrado en los últimos 30 años una responsabilidad social, productividad científica y eficacia docente más que notoria, incluso elevada.

Malos, muy malos tiempos corren para la docencia de calidad, para la investigación científica, para una proyección responsable y cualificada de la universidad en la sociedad.

José María Hernández Díaz
Universidad de Salamanca
jmhd@usal.es

 

 

 

SALAMANCA

Concurso de Fotografía Digital

El Instituto de Integración en la Comunidad (INICO) de la Universidad de Salamanca, en colaboración con la Fundación Grupo Norte, convoca una nueva edición, la octava, del Concurso de Fotografía Digital del INICO: “Las personas con discapacidad en la vida cotidiana”. Con esta iniciativa se busca dar mayor visibilidad al día a día de las personas con discapacidad.

Las fotografías, que deberán tener formato electrónico, podrán enviarse a través del formulario habilitado para tal fin en la web del concurso (http://inico.usal.es/concursofotografia). El plazo de recepción de trabajos finalizará el 26 de octubre de 2010. Hasta entonces, todos los interesados mayores de edad podrán remitir sus trabajos, respetando el límite de cinco fotografías por autor. Las fotos presentadas deberán ajustarse al tema propuesto, “Las personas con discapacidad en la vida cotidiana”.

El ganador del concurso obtendrá un premio en metálico de 1000 euros, además del trofeo Fundación Grupo Norte y diploma. Existe un segundo premio dotado con 500 euros y diploma. Así mismo, la fotografía que mejor refleje a las personas con discapacidad en la universidad recibirá un premio de 500 euros y diploma. Por otra parte, las 20 fotos finalistas formarán parte de una exposición itinerante por diversos puntos de España.

Se pueden consultar las bases completas del VIII Concurso de Fotografía Digital del INICO en la web del concurso, donde se dará a conocer el resultado en el mes de diciembre.

 

 

 

CRÓNICA

Cartas desde la ilusión

Querido Amigo:

En mis reflexiones y pensamientos sobre el desarrollo de la competencia de “aprender a aprender”, tras las últimas aproximaciones (1) a la necesidad de explorar cómo entienden nuestros alumnos lo que es el aprendizaje, (2) a la necesidad de que sean los propios alumnos quienes regulen su propio proceso de aprendizaje (mediante la planificación, la supervisión y la evaluación de las tareas), y (3) a la necesidad de encauzar las atribuciones que hacen en relación con sus éxitos y fracasos, quiero abordar, ahora, un tema de mucha actualidad y que resulta básico para poder realizar cualquier desarrollo de éxito en la educación: el problema de la expresión lingüística y su función epistémica.

Cuando imparto cursos a los profesores sobre el desarrollo de competencias, siempre enfatizo el papel de las tradicionalmente llamadas “habilidades instrumentales”: lectura, escritura y cálculo. Y es que me da la impresión de que muchos profesores consideran que el nuevo enfoque de desarrollo de competencias “ensombrece” el uso de estas habilidades instrumentales. Nada más lejano de la realidad.

No puede haber desarrollo de competencias en los alumnos sin la “caja de herramientas” que les permitirá construirlas. En esa caja de herramientas se encuentran sólo las tres anteriormente indicadas, es decir, la lectura, la escritura y el cálculo.

Hoy quiero centrarme en la expresión lingüística como competencia básica que se fundamenta en el desarrollo de las habilidades instrumentales de la lectura y la expresión verbal y escrita y que, como tal, es uno de los pilares básicos de la competencia “aprender a aprender”.

Un principio fundamental e inalienable es que los niños, durante los primeros cursos de su Educación Primaria o Enseñanza Básica, tienen que adquirir dominio y fluidez en este ámbito, pues, de lo contrario, difícilmente podrán llegar a desarrollar/adquirir el resto de las competencias básicas. Por eso, creo que el esfuerzo principal de los profesores con los niños hasta los 10-12 años de edad (es decir, prácticamente durante todo el proceso de Enseñanza Básica) debería concentrarse en hacer que los alumnos lean, hablen y escriban correctamente. Leer, hablar, escribir. Leer, hablar, escribir…

Resulta realmente lamentable asistir al espectáculo bochornoso de adolescentes de los primeros (e incluso más tardíos) años de la Enseñanza Secundaria que carecen de comprensión de lo que leen, que se expresan casi exclusivamente con afirmaciones monosilábicas o de una sola palabra, que utilizan consistentemente e invariablemente expresiones muy “de ahora”, pero que revelan una pobreza lingüística inconmensurable… Expresiones como “guay”, “mola”, etc., son usadas por los niños y adolescentes de forma repetida en cantidad de contextos y de situaciones, dando la impresión de que carecen de la riqueza lingüística necesaria para expresar aspectos emocionales (e incluso racionales). No cabe duda que la mayor parte del componente lingüístico expresivo en la escuela se espera que sea de tipo cognitivo o racional, ya que, por desgracia, el componente emocional ha sido apartado sistemáticamente en casi su totalidad del aula, quedando circunscrito, casi en exclusiva, a los momentos en que los alumnos interactúan en el patio de recreo, o en que se relacionan con sus familiares y otras personas fuera del centro educativo. Esto convendría corregirlo.

Por otro lado, la expresión escrita de nuestros escolares se ha degradado, también, en amplias proporciones, como consecuencia de la escasa actividad de escritura que se promueve en las escuelas, donde prima el establecimiento de relaciones entre cosas (flechas que indican relación, etc.), las actividades de agrupamiento sin necesidad de expresar las razones o causas de dichas reuniones de objetos o de hechos, la resolución de problemas o situaciones de la vida mal planteados (por querer hacerlo de una manera sencilla, tal vez excesivamente sencilla) mediante monosílabos (sí, no), o palabras únicas (bien, mal, correcto, incorrecto, etc.). Parece ser, pues, que cierto tipo de “actividad” (mal entendida) ha sustituido, en gran parte, a la necesaria expresión lingüística, sea verbal o escrita (que también es una actividad, no lo olvidemos).

Por todo ello, hemos de resignarnos a aceptar afirmaciones de investigadores que sugieren que es muy habitual, en nuestros alumnos, la experiencia de querer comunicar una idea y acabar diciendo “no sé cómo decirlo” (son muchos, sin embargo, los estudios que ponen de manifiesto la gran capacidad del lenguaje para hacer explícitas ideas y conocimientos que tenemos, pero que no sabemos que tenemos, o que se “aclaran” al expresarlas; véanse, por ejemplo, Olson, 1998, Vygostki, 1977, 1979). Esta dificultad es interpretada por estos investigadores como una manifestación del costoso proceso de hacer explícito lo que está implícito. Como diría Henry Wallon, lo que sucede, en realidad, es que falta comprensión.

Finalmente, si asumimos que el lenguaje cumple una función de andamiaje del pensamiento (al verbalizar lo que vamos pensando, se ordenan las ideas porque se toma conciencia de ellas), tal vez podamos entender la medida en que la falta de capacidad lingüística de nuestros alumnos ha contribuido al fracaso creciente de nuestro sistema educativo desde hace años.

No se puede pensar (ni ayudar a pensar) sin comprender. Por eso, conviene leer-hablar-escribir; conviene leer-hablar-escribir; conviene leer-hablar-escribir; leer-hablar-escribir…

Como siempre, salud y felicidad.

Juan A. Castro Posada
juancastrop@gmail.com

 

 

 

PRIMEIRA COLUNA

Quando o telemóvel ensina

Vivemos na era digital. Uma época em que os nossos jovens não conseguem viver sem as novas tecnologias e em que a escola tenta encontrar o seu caminho nesta matéria. Já o escrevemos nesta mesma coluna e voltamos a reafirmá-lo: os nossos jovens são nativos digitais. Nasceram com as novas tecnologias e não conseguem viver sem elas. A utilização do telemóvel é um bom exemplo da dependência que se criou em torno de um aparelho que, por diferentes razões, continua a ser proibido dentro das salas de aula, mas que começa a ser visto por alguns investigadores como um instrumento educativo útil à aprendizagem.

Há adolescentes que, por semana, enviam cerca de duas mil mensagens SMS. Não sabem viver de outra forma. “O telemóvel tornou-se num acessório quase obrigatório e é transportado para uma série de situações diárias, desde as aulas, aos tempos lúdicos e aos tempos passados com a família ou com os amigos”, revela um estudo desenvolvido pelo Centro de Investigação e Estudos em Sociologia do Instituto Superior de Ciências do Trabalho e da Empresa (E-Generation, 2007).

É neste contexto, em que ainda existem conflitos geracionais (entendam-se como défice digital) dentro da escola, que as novas tecnologias começam a assumir um papel cada vez mais importante. E é, entre muitos caminhos digitais e tecnológicos, que surge a possibilidade de utilizar o telemóvel em contexto educativo. A ideia é descabida, dirão uns; Onde é que já se viu utilizar o telemóvel dentro da sala de aula, dirão outros.
 
A verdade é que já começaram a ser feitas experiências nesta área em Portugal. Afinal, o telemóvel pode servir para que os alunos possam produzir os seus próprios conteúdos sobre uma determinada matéria, ou para elaborarem pequenos textos, de forma colaborativa, através das mensagens.

Mas há outros aspectos que essas experiências revelam. “O telemóvel permite aos alunos gravarem vídeos de visitas de estudo, agendarem os testes na agenda do telemóvel, utilizar do bloco de notas para recolha de apontamentos ou a transferirem informação entre os pares através do bluetooth. E se os professores lhes enviarem SMS, eles provavelmente não resistem e vão ler”, conforme explica a psicóloga Eduarda Ferreira, em declarações ao diário i.

Aquele é apenas mais um dos muitos caminhos que a era digital pode trazer à escola, com a certeza que com, ou sem telemóvel, as novas tecnologias vão mudar a forma de ensinar e aprender...

João Carrega
carrega@rvj.pt
 

 

 

CRÓNICA

O Tempo e o Governo que temos

Nos meus primeiros anos de Alentejo, como ainda hoje, sempre procurei inteirar-me de como os alentejanos interpretam as coisas e o sentido delas no seu modo peculiar de falar. Aprendi que ao vento forte e arreliador chamam busaranho e que quando o sol não abre e chuvisca (aquela chuva a que me habituei a chamar de molha parvos...) os alentejanos chamam morraçar ou amorraçar.

Num dia em que essas condições meteorológicas se cumpriam e a companhia – constituída por homens moldados na planície, com a terra e com o gado – resolvi lançar o vocábulo aprendido com eles, para me associar e me sentir mais próximo daquele colectivo que, evidentemente, só integro com o coração. Por isso, soltei no momento:

- Está a amorraçar …

Teria sido a minha lança em África; a minha aproximação mais conseguida, mas saí-me mal. Um dos do grupo corrigiu-me, carregando propositadamente no sotaque, em jeito de interjeição, para que eu sentisse a reprimenda e atirou-me:

- ‘tá cabanêro!...

Esta expressão tem um significado semelhante, mas aconselha também a não sair de casa. No caso, qualquer coisa como “vamos para dentro, que isto aqui não é vida…”

Se não contasse isto, rebentava. Mas tal vem a propósito de outros desentendimentos, de que me ocupo agora.

Escrevo esta crónica em finais de Maio. A primeira redundância é que, às portas de Junho, continuemos com um tempo instável: chove e faz frio num dia, para no dia seguinte parecer que o verão chegou em força. Nada mais falso: a seguir vem um dia de Inverno, que se não nos constipa, no mínimo deixa-nos constrangidos, sem vontade de sair de casa, sem ânimo para respirar fora das quatro paredes.

As alterações climáticas constantes provocam sensações estranhas no comportamento, irritam, deprimem, fazendo com que as vontades vacilem entre o quero e o não queria. Talvez mais importante do que isto são os danos na natureza, irreversíveis, na maior parte das situações.

A segunda redundância é a semelhança que tudo isto tem (e sublinho que em ambos os casos se trata de manipulação consciente e criminosa) com a orientação política do governo que temos, como se lia num recente comunicado da CGTP, “sob o estafado argumento do défice e dos sacrifícios para todos, prepara novas e graves penalizações para os trabalhadores e para as camadas mais desfavorecidas das populações, ao mesmo tempo que cria condições para que os grandes senhores do dinheiro aumentem as suas fortunas.” As afirmações e desmentidos diários ultrapassam já o aconselhável pelo manual da incerteza e situam-se, nos dias que correm, mais do que na incompetência, na orientação premeditada de atingir quem menos meios tem para se defender, se não lutando, lutando, lutando!

Lutaremos, pois. Nem que chovam picaretas!

João de Sousa Teixeira
teijoao@gmail.com

 

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