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       CRÓNICA SALAMANCA 
      La figura del rector 
		  
		La reciente e inesperada dimisión del 
		Rector de la Universidad de Salamanca, José Ramón Alonso, por motivos 
		personales, la obligada convocatoria y celebración de elecciones a la 
		vista para elegir al sustituto, invitan a todo miembro sensato de la 
		comunidad universitaria a formularse algunas preguntas de fondo sobre la 
		figura del Rector. 
		 
		Quedan muy lejos aquellos modelos medievales y renacentistas en que a 
		veces el Rector era un estudiante, con frecuencia era el resultado de 
		las fuerzas organizadas de los estudiantes, era un eclesiástico de 
		garantía del obispo y del Papa, o alguien de fidelidad contrastada con 
		la monarquía. Más próximos a nosotros están rectores, dentro de nuestra 
		misma Universidad Salamanca, que permanecían en el cargo varios decenios 
		o largas etapas (así Mamés Esperabé (1869-1900), o Miguel de Unamuno (muchos 
		años, en varios momentos entre 1900 y 1936). También del siglo XX quedan 
		lejos, por fortuna, los tiempos de rectores nombrados personal y 
		directamente por el Jefe del Estado en la dictadura franquista, con 
		duración de largos años en el cargo y cese final sin contemplaciones 
		(Madruga, Tovar, Beltrán de Heredia, Balcells, Lucena, Rodríguez 
		Villanueva, hasta 1979). 
		 
		La llegada de la democracia, y sobre todo la Ley de Reforma 
		Universitaria de 1983, introducen en las universidades españolas un 
		modelo de rector no vitalicio, elegido democráticamente (adoptando 
		formatos directos o indirectos en ese proceso), y con autonomía 
		creciente, aunque yo diría que no plena. 
		 
		Hoy el Rector ha de desempeñar en la universidad funciones como las de 
		siempre, pero también diferentes. No vamos a elaborar un listado de 
		deseos sobre el nuevo Rector, al estilo de las peticiones de los niños 
		por Navidad, con ocasión de la carta a los Reyes Magos.  
		 
		Desde luego que a alguien que se postule a la elección de Rector, a 
		todos los candidatos sin distinción, se les supone inteligencia más que 
		acreditada (es catedrático de una especialidad), capacidad de trabajo, 
		generosidad y disponibilidad de su tiempo profesional y personal, y un 
		punto de ambición y, por qué no decirlo también, de vanidad, por la 
		posición académica y social que representa un Rector de Universidad, y 
		desde luego muy en concreto de la de Salamanca, una de las más 
		apetecibles en el concierto español y europeo, por muchos motivos que 
		ahora no vienen al caso. 
		 
		Además de lo sugerido, nos permitimos proponer que, para desempeñar su 
		cargo y funciones con éxito y beneficio académico y social de la 
		comunidad universitaria, el Rector debiera ser capaz de atender con 
		prioridad a cinco cuestiones, por encima de otros aspectos de detalle 
		que podríamos enumerar y comentar en otro momento. 
		 
		El punto de partida de la actuación del Rector es saber ilusionar a toda 
		la comunidad universitaria, con un proyecto de gobierno consistente, sin 
		demagogias, capaz de competir con los mejores que ofrezcan otras 
		universidades españolas y extranjeras. 
		 
		Desde el primer momento el Rector debe representar la universidad allá 
		donde fuera con la máxima dignidad y prestigio, con don de gentes, 
		escuchando y sugiriendo propuestas a personas e instituciones de todos 
		los sectores con los que la universidad mantiene relación, que son casi 
		todos los de la sociedad. 
		 
		El diálogo constante con políticos, sindicatos, empresas, organizaciones 
		sociales, debe sustentarse en el diálogo cotidiano con los estudiantes y 
		sus asociaciones y delegaciones, con los profesores y sus juntas de 
		personal, con los decanos y directores de departamentos, con el personal 
		de administración y servicios, con los institutos de investigación, 
		presidentes de fundaciones, y empezando por los que tiene a su lado , 
		como el conductor o el gabinete de comunicación. 
		 
		Pero los tres puntos de estilo de gobierno de una universidad ya 
		mencionados han de verse acompañados del necesario conocimiento de la 
		universidad que desea dirigir, la imagen de honestidad personal que ha 
		de poseer y trasladar, la defensa de la justicia y compromiso con la 
		sociedad que ha de proclamar y demostrar a cada paso que da en su 
		gestión.  
		 
		Finalmente, y no como añadido, pues de lo contrario el proyecto de 
		gobierno podría resultar un fracaso, ha de dar muestras de una fina 
		inteligencia emocional para saber rodearse de las personas más idoneas 
		para formar un equipo de colaboradores cohesionado, eficaz, ejecutivo. 
		 
		Concitar estas claves en una sola persona no es fácil, pero la 
		aproximación a ellas del Rector saliente de las elecciones distaría de 
		la mediocridad del gobernante, que es lo que no necesita la Universidad 
		de Salamanca, ni ahora, ni en sus 800 años de vida, ni en todos los que 
		deba transitar en el futuro.  
      	 
      José María Hernández Díaz 
		Universidad de Salamanca 
		jmhd@usal.es 
        
        
		  
      CRÓNICA 
      Cartas desde la 
		ilusión 
        
		Querido Amigo: 
		 
		Hoy quiero transmitirte mis reflexiones y mis pensamientos desde la 
		serenidad del curso ya comenzado y que va rodando con normalidad. 
		 
		Todos estos días he estado pensando en mi papel como “catalizador” del 
		proceso de aprendizaje de mis alumnos, y ello me ha llevado a meditar 
		algunas cosas que creo que son importantes que tengamos en cuenta los 
		profesores. 
		 
		En concreto, me he decidido a facilitar a mis alumnos el desarrollo de 
		la competencia de “aprender a aprender”. He encontrado una cita de 
		Seymour Papert que me parece muy interesante para que todos los 
		profesores la pensemos y comencemos a cambiar nuestra manera de enfocar 
		el proceso de aprendizaje de nuestros alumnos y sus posibilidades de 
		desarrollo en lo que se refiere a su futuro profesional. Dice Seymour 
		Papert lo siguiente: 
		 
		“Aprender en la escuela las habilidades que aplicarás en tu vida” ya no 
		es sostenible. Estas habilidades quedarán obsoletas en el momento en que 
		comiences a trabajar y las necesites, excepto una: la habilidad de ser 
		capaz de aprender. Es la habilidad de ser capaz no de dar la respuesta 
		correcta a las preguntas sobre lo que te enseñaron en la escuela, sino 
		de construir la respuesta correcta a las situaciones que no pertenecen 
		al ámbito de lo que te enseñaron en la escuela. Necesitamos producir 
		personas que sepan cómo actuar cuando se enfrenten con situaciones para 
		las que no fueron específicamente preparadas. 
		 
		He copiado estas palabras y se las he repartido a mis colegas para que 
		las pensasen. Espero que, en alguna ocasión, podamos hablar sobre este 
		pequeño texto que creo que orienta la labor de los profesores. La verdad 
		es que plantea algo muy distinto de lo que hemos hecho nosotros hasta 
		ahora y, sobre todo, de lo que han hecho con nosotros en nuestro proceso 
		de educación, cuando éramos simples alumnos. Se nos enseñaba todo lo 
		necesario para cumplir con los requerimientos de la escuela: aprobar los 
		exámenes, ser los mejores de la clase, hacer bien las tareas escolares, 
		resolver todos los problemas académicos que nos planteaban los 
		profesores, ser dóciles a la hora de reproducir todos los mecanismos y 
		procedimientos que nos indicaban… En definitiva, se nos enseñaba a 
		“adaptarnos a la escuela”. 
		 
		El problema surge, siempre, cuando, al salir de la escuela, te 
		encuentras con el mundo real para el que no te han preparado en el 
		centro educativo. 
		 
		Ahora se nos pide que adoptemos esta perspectiva, es decir, que seamos 
		capaces de plantear, EN LA ESCUELA, problemas que responden a la vida 
		auténtica de las personas y que se tienen que resolver FUERA DE LA 
		ESCUELA. 
		 
		Por eso, voy a tratar de enfocar todas las actividades del aula en 
		función del contexto en que viven mis alumnos, y voy a tratar de 
		plantearles problemas de la vida real que tengan que resolver EN LA 
		ESCUELA, pero que les preparen para poder ser personas eficaces FUERA DE 
		LA ESCUELA. 
		 
		Creo que esta actitud de los profesores es el núcleo fundamental que 
		permitirá el desarrollo, en los alumnos, de la competencia de “aprender 
		a aprender”. 
		 
		En mi próxima carta, te seguiré hablando de mis pensamientos acerca de 
		esta competencia fundamental, y de las estrategias que estoy poniendo en 
		marcha para conseguir que mis alumnos aprendan, realmente, a aprender. 
		 
		Como siempre, salud y felicidad.   
		Juan A. Castro Posada 
		juancastrop@gmail.com 
		  
		  
		  
      PRIMEIRA COLUNA 
      Praxes para que vos 
		quero! 
		  
		No início de cada ano lectivo, no 
		ensino superior (e por vezes, nos níveis de ensino inferiores, como que 
		a quererem demonstrar maioridade e irreverência), as praxes académicas 
		tornam-se uma dor de cabeça para quem entra de novo no sistema 
		(caloiros) e uma satisfação - que muitas vezes ultrapassa os limites da 
		dignidade humana e os valores da própria educação -, para os veteranos. 
		 
		É um ritual que deveria servir para integrar os mais novos na academia, 
		para lhes fazer ver os valores e a importância da nova fase das suas 
		vidas e não, como acontece com frequência, para humilhar, escravizar e 
		sabe lá mais o quê. Todos os que passaram pelo ensino superior 
		concordarão, em consciência, com esta análise.  
		 
		Em circunstância alguma os limites devem ser ultrapassados. É certo que 
		há quem defenda que praxe é praxe e ponto final. A cada ano que passa 
		são introduzidas novas variáveis nas praxes académicas. Há quem defenda 
		que, por exemplo, os caloiros dos cursos ligados à agricultura ou 
		produção animal devem tomar banho em bosta de vaca ou excrementos de 
		porco branco (que o preto é mais caro). É aquilo a que chamaria uma 
		praxe de m..., a qual deveria ser severamente punida, assim como e os 
		seus promotores. 
		 
		Este é apenas um exemplo daquilo que não devem ser as praxes académicas. 
		A situação chegou a tal ponto que o Governo viu-se obrigado qualificar 
		no novo Regime Jurídico das Instituições de Ensino Superior como 
		infracção disciplinar “a prática de actos de violência ou coacção física 
		ou psicológica sobre outros estudantes, designadamente no quadro das 
		praxes académicas» e cuja sanção pode ir da advertência à interdição da 
		frequência da instituição. Este poder disciplinar pertence ao reitor ou 
		ao presidente da instituição, podendo ser delegado nos directores ou 
		presidentes das unidades orgânicas, sem prejuízo do direito de recurso. 
		 
		Como se não bastasse, o ministro da Ciência e do Ensino Superior viu-se 
		obrigado a escrever às instituições e às associações de estudantes a 
		contestar a prática de praxes violentas. Mariano Gago diz mesmo que “a 
		degradação física e psicológica dos mais novos como rito de iniciação é 
		uma afronta aos valores da própria educação e à razão de ser das 
		instituições de ensino superior e deve ser eficazmente combatida por 
		todos: estudantes, professores e, muito especialmente, pelos próprios 
		responsáveis das instituições”. 
		 
		O Ministro espera (e o País agradece) que da parte da “associações de 
		estudantes, que num passado ainda bem recente, e em condições difíceis, 
		pugnaram pelos valores da liberdade e da dignidade humana, um contributo 
		activo, não só não acolhendo nem apoiando acções que, a coberto de 
		pseudo intenções de integração dos jovens estudantes põem objectivamente 
		em causa aqueles valores, como promovendo iniciativas no sentido de uma 
		verdadeira integração na comunidade académica”. 
		 
		É importante que os novos alunos das academias conheçam os seus 
		direitos. Mas também é importante que aqueles que pisam o risco conheçam 
		as consequências. Os outros, aqueles estudantes que sabem integrar os 
		novos alunos e promover o verdadeiro espírito académico (que acreditamos 
		ser a maioria), esses devem pugnar por manter os seus valores elevando 
		as instituições de ensino a que pertencem a patamares de excelência. O 
		sucesso das universidades e dos politécnicos faz-se de muitas formas, 
		mas certamente que os seus objectivos serão mais fáceis de alcançar se 
		tiverem uma comunidade estudantil motivada e satisfeita, mas nunca 
		humilhada....   
		 
		João Carrega 
		carrega@rvj.pt 
		  
		  
		  
      CRÓNICA 
      Pé-de-cabra 
		  
		Resumir numa crónica matéria que daria 
		para uma fábula, é uma tarefa tão inexequível como arriscada, no entanto 
		vamos lá. 
		 
		Vemos, ouvimos e lemos (disse Sofia e cantou Fanhais, há muitos anos em 
		Cantata da Paz). 
		 
		Digo o mesmo sobre as asneiras – os media chamam-lhes gafes – dos 
		políticos que se aventuram um pouco além do seu quintal; se estendem 
		mais que a corda do seu saber. 
		 
		Era assim com Américo Tomás que, de tantas, me ocorre a célebre “é a 
		primeira vez que cá estou desde a última em que cá estive”; foi com 
		Cavaco Silva o apagão de 400 anos entre Tomas Mor e Tomas Mann; e 
		continuou com Guterres, com os famigerados 6% do pib, “é fazer as 
		contas”. O meu amigo Manuel Barata acrescentaria aqui a tautologia, de 
		uso demasiado excessivo para o meu gosto… 
		 
		Sócrates não podia deixar de produzir obra nesta matéria e abriu o livro 
		recentemente. 
		 
		Que disse ele? Pois, nem mais: referindo-se ao que considera niilista na 
		oposição, criticou “aqueles” que só utilizam verbos negativos, e bem 
		podia ter ficado por aqui. Mas não, foi mais longe, enunciando alguns 
		dos verbos a que se queria referir: o verbo rasgar – muito bem, o verbo 
		rasgar – e o “verbo” não avançar, assim, conjugado na infinitiva 
		parvoíce. No melhor pano cai a nódoa. 
		 
		Passados os três actos eleitorais, apetece-me dizer que é tempo de 
		deixar de dizer asneiras e passar a fazê-las…tendo em conta os 
		resultados. 
		 
		Foram escrutinadas obras faraónicas e também assim-assim e algumas que 
		nem uma coisa nem outra, aliás noutro lugar, para o(s) próximo(s) 
		mandato(s), enfatizadas pelo plantel de comentadores que muito devem 
		orgulhar os nossos meios de comunicação. Abençoada pátria que tais 
		comentadores tem! 
		 
		Estes, mais que asneira, foram produzindo ronha, que venderam como 
		opinião independente. E já fizeram saber que os vencedores, com a faca e 
		o queijo na mão, vão fazer diferente, melhor do que… eles mesmos, noutro 
		registo. 
		 
		Permitam que cite três vencedores três. O primeiro, e mais exorcista de 
		todos é o candidato do PS em Beja, que dá pelo nome de Valente e é 
		Pulido: “instaurar a democracia em Beja, que não existia desde o 25 de 
		Abril”. O homem é de vistas largas; é um milagreiro. O segundo é o 
		eterno Narciso e, como narciso, não poderia dizer mais que “esta (a 
		dele) candidatura ganhou, perdendo as eleições”, que é como quem diz: de 
		vitória em vitória até à derrota final. E, “Last but not least”, aquela 
		criatura célebre, quem em tempos idos mandou os fumadores lamber 
		cinzeiros, esse, o Macário, deu assim foral a Faro, garantindo que, com 
		a sua vitória, “Faro volta a ser a capital do Algarve”. 
		 
		Com um acto eleitoral, já haveria matéria suficiente para estender ao 
		sol; com três, naturalmente, será uma caixinha de Pandora em que alguns 
		não se atreverão a tocar, outros já não sabem o que lá meteram e, outros 
		ainda, nem se lembram onde puseram o raio da chave. 
		 
		À cautela, resolvi arranjar um pé-de-cabra.   
		 
		João de Sousa Teixeira 
		teijoao@gmail.com 
		  
		  
		  
      CONTRA-BAIXO 
      Eu, ministro da 
		Cultura 
		  
		Como não aspiro a tal, nem me reconheço 
		capacidades mínimas para ser ministro da cultura na nossa ou qualquer 
		outra República, tudo o quer vou aqui escrever deve ser lido na óptica 
		da conversa imaginária com os meus botões. Obrigado por partilharem o 
		vosso tempo com as minhas divagações. 
		 
		Por onde começar? O ministro da cultura deve ter visibilidade. Desde 
		logo, tem de suscitar o respeito dos colegas de governo, tarefa árdua 
		como se sabe. Consequentemente, a sua capacidade negocial em sede de 
		orçamento de estado é primordial. Os botões já berram que o orçamento 
		não é tudo, que há muito outros factores e mais uma série de acertadas 
		considerações. Pois é, mas esse é o primeiro sinal que todos esperamos. 
		Todos queremos fazer melhor. Mas melhor com mais recursos. E a crise? 
		Sim, a crise continua e por isso mesmo, é necessário reforçar o 
		investimento público neste sector. 
		 
		Todos esperamos um investimento redobrado no património, tendo especial 
		atenção relativamente aos alarmantes sinais de risco em algumas 
		edificações emblemáticas. As parcerias público privadas serão uma 
		excelente solução, mas deverão ser trabalhadas de forma a terem uma 
		eficácia superior obtendo resultados num espaço de tempo mais curto. 
		 
		Depois de anos consecutivos de aumento do investimento das autarquias e 
		com uma rede de teatros à espera, o novo ministro da cultura tem de dar 
		resposta ao desafio do apetrechamento humano e material de tantos 
		equipamentos subaproveitados. Deverá fazê-lo em diálogo com as 
		autarquias e de forma a garantir que os projectos terão uma 
		sustentabilidade num prazo temporal suficiente, para se conseguirem 
		afirmar, nas suas regiões de influência. Tenho consciência que algumas 
		autarquias já o fazem, mas completamente abandonadas pelo poder central, 
		o que não se me afigura aceitável. 
		 
		Um sussurro dos meus botões lembra-me que a interligação com o sector 
		educativo deverá ser levada à prática através de projectos com forte 
		impacto comunitário, procurando trazer a cultura para a ribalta do 
		discurso e não apenas como um adorno, instrumental e pouco consequente a 
		longo prazo. Nunca Portugal teve tantos recursos ao seu dispor neste 
		sector, uma oportunidade que talvez não seja “única”, mas dificilmente 
		repetível. Fazer pontes de forma coordenada entre as escolas, o ensino 
		artístico, as escolas superiores, as universidades, os teatros, as 
		associações, os criadores e os outros agentes é uma responsabilidade com 
		muitos actores. Não é fácil, mas é o caminho. Precisamos de sinais 
		claros, de dar visibilidade aos casos de sucesso e de um impulso. 
		 
		Precisamos de gastar menos com poucos projectos e distribuir melhor os 
		recursos (por exemplo, os do Turismo de Portugal), gerando novas 
		oportunidades. Repito-me relativamente a uma texto anterior, mas dói, 
		visto aqui de cima, tanto dinheiro gasto no Allgarve. E dói pela 
		desproporção relativamente a outras zonas. Pois, já me dizem que isso 
		tem pouco a ver com o ministério da cultura, o que é verdade apenas 
		parcialmente. Não estamos a falar de um governo e de uma política 
		cultural?   
		 
		Carlos Semedo 
		carlossemedo@gmail.com 
		  
		  
		  
      PAU DE GIZ 
      A ver vamos 
		Em vinte verões não têm conto as vezes 
		que fui e vim ao farol, em quase todas as vezes fui e vim ao farol a 
		magicar, porque sonhar não paga imposto. 
		 
		Este verão lá fui ao farol e vim de chinelos, a empurrar um carrinho de 
		bebé como há dois anos empuxei e feitas as contas é o mesmo que 
		impulsiono há cinco. O carrinho, na escravidão das férias, resiste e o 
		gosto de sentir os pés frios deve-se aos chinelos e a S. Pedro ser uma 
		praia fria, agradável em Agosto como posso hoje constatar pelas 
		temperaturas anunciadas pela meteorologia para o interior. 
		 
		Na saleta do segundo andar, na vinte e oito de Maio, a camilha com a 
		braseira eléctrica ligada no estrado aconchegava os pés nas noites 
		frias. No rádio, o rádio clube português passava os discos que chegavam 
		de Londres apresentados pelo Cândido Mota no em órbita, das dez à meia 
		noite, e no móvel de torneados da sala de jantar as garrafas de uisqui 
		retornadas em final da comissão, em caixas de madeiras exóticas medindo 
		um metro cúbico a que os oficiais tinham direito a transportar no Nyassa, 
		alinhadas por idades do envelhecimento esperavam melhores dias. 
		 
		Nos armazéns Brancastelo, um poster colado na parede com um soldado da 
		fumar anunciava o amigo certo das horas incertas. Referia-se ao SG, me 
		parece, mas era do Português Suave sem filtro o fumo da sala. 
		 
		Arrumado o livro de trigonometria, concluída a sessão de poesia concreta 
		rabiscada nos rótulos das garrafas vazias, refazia-se o estômago com uma 
		torrada na Belar que nunca encerrava antes das duas da manhã. 
		 
		Tal como os cães enfurecidos de guarda à noite ao rebanho da quinta da 
		Granja, onde a construção do ciclo preparatório segue sem atrasos e 
		obras a mais e a avenida continua um lamaçal, também o Patilhas e 
		Ventoinha controlavam outro rebanho noctívago. 
		 
		Os dois polícias à paisana sentados no Prefect preto, a particularidade 
		da alcunha alguém a subtraiu aos genuínos personagens de um programa 
		radiofónico de grande audiência Os Parodiantes de Lisboa, às avessas da 
		canzoada assanhada, garatujavam silenciosos a hora e local num 
		caderninho de capas pretas e lombada encarnada, quando, para tais 
		funções recebiam ordens específicas vindas de cima. 
		 
		Os dois personagens, cogitando em veneração e zelosos do borrão em 
		letras miúdas rabiscado no tal caderno, apenas entregavam as 
		formalidades escrituradas como quem conta um conto. Havia alguém, esse 
		sim, que depois as dactilografava numa folha de papel grosso com linhas, 
		acrescentando-lhe um ponto e reencaminhando o escrito para arquivo em 
		Lisboa dentro de uma mala de cabedal muito gasta pelo uso que tinha de 
		bambolear na bagageira de um carro com os pára-choques cromados. 
		 
		No gesto largo que faziam ao arrecadar o bloco dos apontamentos por 
		dentro no bolso do casaco, seguiam armazenados relatos de serenatas, 
		enumerações de nomes, filiação, naturalidade e outros averbamentos. 
		Desses esboços deduzia-se quem era quem sentado fora de horas nos bancos 
		da avenida do liceu e, abatendo-se a contabilidade dos sombreados pelas 
		lâmpadas de poucas velas que os camuflavam, não lhes faltavam bases para 
		engrossar os cupões dos politicamente activos, nem segredos dos cábulas 
		e madraços tresmalhados expostos aos encarregados de educação na 
		primeira oportunidade. 
		 
		A fazer fé nas análises até registaram uns zunzuns namoradeiros daquele 
		amigo das Benquerenças, na quinta das Pedras, onde à esquina, em frente 
		à Prazol o inconfundível carro preto estacionava de vigília. 
		 
		Afinal, fossem eles gabirús, espojados ao sol, mariolas, espertalhões, 
		preguiçosos, gente boa, do contra ou da situação, fosse quem fosse, 
		todos acabavam à noite, ao seroar, por correr os cães da quinta da 
		Granja à pedrada ou por se converterem em fichas guardadas nuns móveis 
		altos, arrumados numa cave bafienta da António Maria Cardoso que era 
		para onde era o destino da mala e que hoje é um condomínio de luxo. 
		 
		Visto assim à distância, coisas poucas houveram que desde então 
		mudassem: um deles seguiu a carreira militar e perdi-lhe o rasto quando 
		passei à civil, o dono da casa sem mudar de ramo continua à espera da 
		musa para escrever poesia e não come das Zitas, eu peregrino ao farol a 
		empurrar os meus netos como posso hoje constatar pelo frio que sinto nos 
		pés e imagino-me à braseira em Agosto, porque sonhar não paga imposto. 
		 
		Até ver.   
		António Luís Caramona 
		paudegiz@gmail.com 
		  
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