CRÓNICA SALAMANCA
Campus didáctico
Hace pocas semanas tuve la oportunidad
de participar como ponente invitado en el curso que organizó en Madrid
la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, bajo un título tan
expresivo, sugerente y novedoso como “El campus didáctico. Universidad,
arquitectura y utopía ente el Espacio Europeo de Educación Superior”. Ha
estado dirigido por el doctor arquitecto Pablo Campos Calvo-Sotelo, y ha
contado con la intervención de prestigiosos ponentes, y también con la
presencia y apoyo del Ministerio de Educación, a través de una de sus
máximas autoridades en materia de universidades, el Secretario General
de Universidades, Màrius Rubiralta i Alcañiz. En estas sesiones de
trabajo se ha estudiado, parece evidente, el asunto del “Campus
didáctico”, su significado, actualidad y dimensión ejemplarizante y
utópica.
Tendemos hoy a denominar campus universitario, de manera un tanto
deformada, a cualquier conjunto de edificios universitarios,
generalmente dentro de una ciudad. En sentido literal sería lo
equivalente a cualquier contenedor de actividades universitarias. Pero
en un sentido más riguroso y pertinente el campus universitario es un
conjunto ordenado de espacios dedicados a actividades universitarias, de
docencia e investigación, de promoción cultural y de parques
científicos, que suele estar al lado o fuera de las ciudades, o al menos
no en el corazón de las mismas.
La tradición universitaria europea, la que da origen a las universidades
en la Edad Media, y las consolida y relanza en el Renacimiento, la
Modernidad, incluso hasta el siglo XIX, sitúa los espacios del Estudio,
de la universidad en el centro de las ciudades, como espacios visibles
de funcionalidad, pero sobre todo de representación simbólica del poder
político, cultural y científico de la institución universitaria. Es
suficiente con observar y recordar dónde nacen y en qué espacios
desenvuelven sus tareas algunas universidades, como la Sorbona en París,
Bolonia, o Salamanca, por referirnos a tres de las más antiguas de
todas. La universidad es un establecimiento propio de la ciudad, uno de
los más emblemáticos y señalados. Y a la hora de crear nuevas
universidades, en Europa y América, siempre se piensa en el núcleo
urbano, nunca fuera del mismo.
Ello fue posible mientras las universidades no crecen en dimensiones,
cuando el número de alumnos permanece más o menos estable, dentro de un
modelo elitista de educación superior, para minorías. Pero sobre todo
cuando no se necesitaban espacios más amplios para desarrollar
investigación, en especial la de carácter experimental, que precisan de
bibliotecas, laboratorios y otros espacios comunes y de encuentro.
Cuando el modelo de universidad alemana, conocido como humboldtiano,
llega a las emergentes universidades de Estados Unidos, ya a finales del
siglo XIX, encuentra allí la oportunidad de disponer de más, muchos más,
espacios para su expansión y organización. La docencia práctica y
aplicada, y la investigación, se encuentran reconocidas y bien atendidas
a partir de ese momento. Entre otras razones porque existe dinero y
espacio físico para diseñar un modelo espacial y arquitectónico fuera de
las ciudades. Es cuando nace con solidez el Campus Universitario como
nuevo modelo de organizar la universidad.
Este nuevo concepto espacial de universidad llega a Europa, precisamente
a través del primer ejemplo de campus europeo, modelo norteamericano,
que es la Ciudad Universitaria de Madrid. Ese fue el diseño original, y
así comenzó a construirse, como un espacio universitario específico, a
las afueras de la ciudad, con lógica, funcionalidad y simbolismo. Y así
se inaugura finalmente en 1932, si bien el proyecto procedía de algunos
años atrás. Lo que luego vino después, con la guerra y el franquismo,
precisamente en Madrid, y recordando el frente de batalla real que es la
Ciudad Universitaria, explica que aquél proyecto espacial y
arquitectónico para universidad haya quedado completamente desvirtuado,
aunque mantenga aún cierta ilusiones ópticas y conceptuales. Para el
caso de Portugal es también muy esclarecedor el ejemplo de la
Universidad de Lisboa, ubicada de nuevo en el Campo Grande, cuando éste
entonces se situaba a las afueras de la capital portuguesa.
La segunda mitad del siglo XX ha supuesto para la mayor parte de las
universidades europeas, las antiguas y las de reciente creación, la
construcción de nuevos edificios y de campus (campi, sería lo correcto,
por lo del plural) en la mayoría de los casos. El caso de España y
Portugal, que han logrado un desarrollo espectacular de sus
universidades, al menos si lo comparamos con etapas anteriores, muestra
ejemplos magníficos de nuevos edificios universitarios.
Pero igualmente queda constancia de la prevalencia de lo que urge
resolver en la universidad, la escasa planificación de lo espacial, y el
nulo interés de los responsables políticos y gestores universitarios por
escuchar las propuestas pedagógicas y arquitectónicas que recuerdan la
importancia formativa de los espacios, de su papel simbólico, de la
posición que ocupa la categoría espacial en la conformación de la
personalidad y del éxito académico de los estudiantes y de todos los
agentes universitarios.
De todo ello se ha hablado, con rigor, en el ya mencionado curso sobre
“Campus Didactico”, que debiera servir de reflexión para quienes tienen
la responsabilidad de adaptar los edificios de las universidades al
Espacio Europeo de Educación Superior. Pero sobre todo, para quienes
tengan la oportunidad de poder diseñar un nuevo campus universitario, ex
novo. Para que nunca entiendan que lo del espacio universitario es
indiferente, porque no es pedagógica y políticamente neutro, es preciso
planificar, escuchar y formularse muchas preguntas sobre el modelo de
universidad a impulsar para el siglo XXI. La implantación del llamado
Espacio Europeo de Educación Superior se convierte aquí en una esperanza,
en una llamada de atención, en una oportunidad que no podemos
desaprovechar.
José María Hernández Díaz
Universidad de Salamanca
jmhd@usal.es
CRÓNICA
Cartas desde la
ilusión
Querido Amigo:
Sigo con mis reflexiones sobre el tema de la competencia “aprender a
aprender”. Pero hoy quiero centrarme un poco en nuestra actuación como
profesores en relación con el desarrollo de esta competencia.
En mi carta anterior te hablaba de nuestro rol como “catalizadores” del
progreso de nuestros alumnos, en general, y del desarrollo de esta
competencia, en particular. Realmente, es difícil precisar y definir
cómo debemos proceder en este sentido, y, por eso, voy a contarte una
historia que creo que resume perfectamente nuestra actitud y nuestra
manera de proceder. A mí me ha impactado mucho. Espero que a ti también
te resulte sorprendente y conmovedora, y tanto a ti como a mí nos lleve
a adoptar las formas de pensar y de actuar del sabio de la historia.
Dice así:
Había un padre que vivía con sus dos hijas, curiosas e inteligentes. Las
niñas siempre hacían muchas preguntas. A algunas de ellas, él sabía
responder, a otras no.
Como pretendía ofrecerles la mejor educación, mandó las niñas como
discípulas de un sabio que vivía en lo alto de una colina.
El sabio siempre respondía a todas las preguntas, sin ni siquiera dudar.
Impacientes con el sabio, las niñas decidieron inventar una pregunta que
él no supiera responder.
Entonces, una de ellas apareció con una linda mariposa azul, que usaría
para engañar al sabio.
“¿Qué vas a hacer?”, preguntó la hermana.
“Voy a esconder la mariposa en mis manos y preguntarle al sabio si está
viva o muerta. Si él dijese que está muerta, abriré mis manos y la
dejaré volar. Si dice que está viva, la apretaré y la aplastaré. Y así,
cualquiera que sea su respuesta, ¡será una respuesta equivocada!”
Las dos niñas fueron entonces al encuentro del sabio, que estaba
meditando.
“Tengo aquí una mariposa azul. Dígame, sabio, ¿está viva o muerta?”
Muy calmadamente el sabio sonrió, y respondió:
“Depende de ti... Ella está en tus manos”.
Confieso que esta historia siempre me ha conmovido y siempre me ha
llevado a desear ser como el sabio. Creo que los profesores estamos
excesivamente acostumbrados a resolver los problemas de nuestros alumnos,
asumiendo que “la mariposa” está en nuestras manos, y no en las manos de
nuestros alumnos. Por eso, intervenimos, actuamos, damos soluciones,
demostramos a nuestros alumnos que somos muy sabios… pero, en el fondo,
al actuar así, estamos demostrando que carecemos de la auténtica
sabiduría.
La auténtica sabiduría, la que nos define como “catalizadores”, se basa
en el respeto de nuestros alumnos, en el reconocimiento de sus
características y sus habilidades, así como de sus defectos y sus
lagunas, y tratar de hacer que sean ellos quienes tomen las decisiones
que les van a servir para su vida y, por tanto, les van a permitir
desarrollarse como personas, como futuros profesionales de calidad y
como ciudadanos libres y responsables. La mariposa no está en nuestras
manos… ¡no podemos robársela! La mariposa está en sus manos y ellos
tienen que decidir. Nosotros sólo podemos estar presentes, ayudar,
guiar, indicar… pero nunca ejecutar las tareas por ellos, ni darles
soluciones.
Así es, creo, el fundamento de nuestra labor como “catalizadores” del
desarrollo de nuestros alumnos como personas y de su capacidad de
“aprender a aprender”.
Como siempre, salud y felici-dad.
Juan A. Castro Posada
juancastrop@gmail.com
PRIMEIRA COLUNA
Qualidade, exigência e
dinheirinho
As instituições de ensino superior
portuguesas têm pela frente desafios importantes para os próximos anos.
Desafios que passam pela acreditação dos seus cursos, pela aposta em
programas de investigação, pelo aparecimento de consórcios, pela
internacionalização, pela qualificação do corpo docente e, na minha
perspectiva, pelo assumir, sem complexos que há dois sub-sistemas de
ensino superior, os quais são ambos válidos, mas que Universidades e
Politécnicos não devem misturar.
A competitividade, o rigor e a qualidade do ensino obrigam a que se
cumpram esses pressupostos. Universidades e Politécnicos parecem ter já
assumido parte desses desafios, como é o caso da internacionalização (a
qual não se deve resumir aos programas de mobilidade de alunos e
professores, mas que se deve estender a projectos de investigação e á
candidatura conjunta a fundos comunitários), da aposta reforçada na
investigação e na qualificação do corpo docente.
Há, no entanto, outras áreas que as instituições não devem descurar e
que passam pela conquista de novos públicos, pelo ensino a distância,
nos cursos de especialização tecnológica, na formação ao longo da vida.
A acreditação e avaliação dos cursos ministrados em Portugal vai
seguramente separar o trigo do joio. Só os cursos acreditados serão
válidos. Isto significa uma clara aposta na qualidade do ensino e na
exigência, que poderá provocar alterações nalgumas instituições.
O próprio Ministério da Ciência e do Ensino Superior fala na vontade de
"firmar um Contrato de Confiança com o sistema de ensino superior
visando o aumento dos níveis de qualificação superior na sociedade
portuguesa". Fala também no desenvolvimento do sistema binário (o qual
garante diversidade da oferta formativa e equidade no acesso por parte
dos estudantes), no aumento do número de alunos no ensino superior, e a
aposta em parcerias nacionais e internacionais.
Os caminhos para um ensino superior que responda aos desafios de um
mundo em mudança são por isso conhecidos da maioria dos agentes
educativos. Universidades e Politécnicos esperam também que, da parte do
Governo, haja uma maior abertura em matéria de financiamento das
próprias instituições.
Uma das dimensões do Contrato de Confiança apresentado pelo Ministério
refere-se a essa questão. Há por isso a expectativa de que haja um
financiamento global directo ao Ensino Superior Público que assegure os
recursos necessários às instituições. Acontece que, dentro de uma lógica
de exigência, o Ministério pretende promover "também o investimento
competitivo, por objectivos, tendo em vista a expansão e qualificação do
ensino superior, sem prejuízo do incentivo à capacidade de angariação de
receitas próprias". Resta saber se os objectivos exigidos são ou não
exequíveis para as instituições. A lógica de rigor, exigência, qualidade
e excelência no Ensino Superior não deve, em circunstância nenhuma, ser
posta em causa, mas sim ser exigida a todos sem excepção. Acontece que
tudo isso custa dinheiro.
João Carrega
carrega@rvj.pt
CRÓNICA
Ninhos de Cuco
… E assim chegamos, como rezam os
compêndios e previam os mais sábios e sensatos, ao tempo de coisa
nenhuma. À falta de melhor, noticia-se o alastramento inexorável da
pandemia gripal, com episódios parolos, escusados, exagerados,
alarmistas, fúteis, enfim, duma pobreza franciscana que faz até doer o
céu-da-boca. A par de assaltos de gente mais ou menos desgraçada a outra
gente mais ou menos a mesma coisa, retornam as recorrentes corrupções
para todos os gostos de gente ilustre a outra gente que vai perdendo o
lustro, mas que à falta de provas há-de continuar a brilhar.
Entretanto, as fábricas que fizeram compasso de espera nos despedimentos
ou utilizaram o eufemismo lockout durante os períodos eleitorais, aí
estão a dar largas à selvajaria das suas ideias económicas, políticas e
sociais.
O Governo minoritário empossado e pronto para o zig-zag político já não
profetiza o oásis que anunciou em campanha e dá-nos agora mulheres com
fartura para lavar a vista ao eleitorado masculino e iludir o feminino.
O discurso manso, em vésperas de Natal, digo, OGE, – conhecido no
Alentejo por mamar de escarapão – sugere que nos é dado o leite,
metáfora de alimento, quando afinal chupamos inocentemente no rabo da
dita cobra.
Não chega para animar a malta a revisão em alta relativa ao crescimento
da economia portuguesa, feita por Bruxelas, já que as previsões de
aumento do défice e de desemprego para os próximos anos, deitam por
terra todas as promessas mil vezes contestadas e, afinal, de novo
sufragadas… com nuances…
Sabemos também que a justiça, tal como o rosbife, não é para todos.
Alguém, cidadão normal, com a casa cheia de armas e munições, será um
criminoso que, face à nova lei das armas, tem como certa a prisão
preventiva. O padre de Covas de Barroso, pelos vistos é boa gente e… foi
mandado com Deus, pelo menos enquanto não desatar aos tiros. O ministro
da tutela cessante, após tanta reforma, reformou-se.
Os ministros Pinho e Lino – uma das melhores parelhas deste circo que é
a vida – um afeiçoado aos toiros e por isso pereceu mais cedo em plena
praça, e outro aos camelos (e eu penso que após as últimas legislativas
deveríamos sentir que há um camelo em cada um de nós) pelo que deixou à
cáfila de contribuintes todas as condições para empenharem o seu futuro
por muitos e bons anos, ou não, muito ao seu estilo.
O Ministro Lacão, no entanto, com o seu consabido jeitinho para as
catilinárias, entrou no zig sem cuidar do zague e afrontou de novo os
professores, mesmo depois do mestre ter repetido o vocábulo diálogo até
à exaustão, dizendo que o respectivo estatuto é para continuar ao estilo
Maria de Lurdes e, se a oposição coiso, cairá o Carmo e a Trindade.
Estes como outros ministros que os antecederam, colocam os ovos podres
no nosso ninho e depois levantam voo e poisam num qualquer conselho de
administração onde está a verdadeira galinha dos ovos de ouro. São uns
cucos.
João de Sousa Teixeira
teijoao@gmail.com
CONTRA-BAIXO
Manifesto
Um dos chavões mais frequentemente
usados é o de que certas programações culturais são elitistas. Quando se
pergunta o porquê do uso de tal adjectivação as respostas surgem
normalmente vagas, pouco precisas e nada esclarecedoras.
É um assunto que me interessa particularmente e vou procurar delimitar
um território que permita uma discussão aberta e despida de preconceitos
e, como referi no início, de chavões que pouco ou nada dizem.
Tal como muitos outros programadores entendo que só posso assumir esse
trabalho numa perspectiva autoral, logo inscrita numa visão própria,
condicionada em grande medida pela experiência, formação e atitude
perante a cultura.
Programar pressupõe, em primeiro lugar, o conhecimento do público ao
qual nos dirigimos. Quanto mais aprofundado é este conhecimento, maior
capacidade tereremos de desenvolver a nossa actividade dentro de um
pressuposto de liberdade criativa. No meu caso, entendo que essa
liberdade deve servir para colocar problemas, desafios e causar
perplexidades. Deverá, muito mais do que trabalhar numa lógica de
oferecer só o que aparentemente o público deseja, fazer pensar,
reflectir, ir ao encontro de novas leituras. No fundo a nossa liberdade
criativa deverá constituir-se como energia catalisadora da liberdade do
outro.
Muita programação reflecte o princípio erróneo de que o público ou
“aquele” público só gosta de um determinado tipo de espectáculos e, por
isso, devemos oferecer-lhe o que ele supostamente quer. É a lógica
contabilística, centrada nos números e nas taxas de ocupação das salas,
como se esses fossem os únicos factores que permitem avaliar o impacto
de uma programação. Muitas vezes, conduzem a uma lógica de aposta
exclusiva no entretenimento, reflexo, por exemplo, do paradigma da
visibilidade televisiva, facto que condiciona em grande medida o acesso
a visões criativas muito mais exigentes e libertadoras.
Voltando ao início, o facto de se conhecer muito bem o público ao qual
nos dirigimos é uma oportunidade para criar pontes, atrair para o
consumo de actividades culturais que sejam um estímulo, um incentivo, um
factor de qualidade de vida, assumido como um acto de reflexão. Cada vez
mais isso significa trabalhar em proximidade, com e não apenas para,
surpreendendo muitas vezes no detalhe e não tanto pela
espectacularidade, aparentemente a única receita conhecida por alguns.
Finalmente, a questão dos públicos, da sua segmentação e da fronteira
entre cada um dos grupos. Concordo que quando falamos de público,
estamos a falar na verdade de muitos públicos diferentes. Deverá a
programação de uma sala trabalhar tendo em vista apenas um grupo
restrito de pessoas? Há casos que justificam uma segmentação muito
grande e há outros que deverão ser o mais abrangente possível. Não se
pode é pensar que há uma receita que funcione em todo o lado, pois essa
ignorará, por certo, a especificidade do espaço e da comunidade onde
está inserido. É isto ser elitista?
Carlos Semedo
carlossemedo@gmail.com
PAU DE GIZ
A compartilhar ideias,
por fazer e a rir
O meu companheiro, editorialista na
página anterior que venho de visitar esta tarde porque foi operado a uma
hérnia ficou dorido no ciático está desanimado sentado no sofá de perna
esticada em cima de um banco e sem vontade de rir, do palmilhar mundos
até ao ano da Desfolhada apreciara os Jerónimos pelo vidro de trás,
apreçara os bilhetes no zoológico depois do Taunus 12M estacionar e
conhecia de cor e salteado, no caminho para a praia da Nazaré, os
chafarizes onde a família aviava o farnel. Eu tinha quatro anos de vai e
vem pelas estradas do pinhal à ida a vomitar nas curvas da Sertã à vinda
a escorregar no macadame entre o Zêzere e Cernache, conhecia a Guarda
pelas sacas do fio e o Porto da Carne de nome, por ouvir dizer Porto da
Carne à placa enterrada na encruzilhada dos Trinta com a seta virada
para lá. Tínhamos, ambos, a excursão curricular de finalistas a meias
com o colégio de Medelim vidé fotos de cabelos desgrenhados na Póvoa, à
la minuta do grupo nas escadas de Santa Luzia e na catedral de Santiago
a dar marradas no Santo de pedra. Em Madrid, do Hotel Regina no 35 de
Alcalá fugimos da merluza frita com rodelas de limão, abalando para
estúrdias nos restaurantes das Cuevas e trouxemos de recuerdos garrafas
vazias de coca cola como chancela da degustação, a tijana del mio cid e
postais ilustrados. Faz agora um ano durante a Semana Santa.
Chuviscava, junto ao hospital velho a respeitável placa rezando sessenta
e um quilómetros escorria quando à hora aprazada, bem cedo, sem
necessidade de esticar o polegar como quem aponta o caminho a seguir a
caixa aberta nos carregou na cabina. Discorrida a distância despejou-nos
no cruzamento do posto retransmissor com anseios de boa sorte, boa
viagem e instruções para o caminho. Seguem a estrada, passando os
Tavares ao fundo no cruzamento procuram a direcção Porto da Carne onde
apanham a N17 sentido Coimbra.
Neste ponto nos estreámos na destreza de viajar à boleia.
Apanhou-nos um mille e cincoenta, descemos a encosta num kapitan e
quando um professor primário nos viu de capa e batina sentados no muro
logo à saída parou o humber porque pensou universitários. O pensar que
seríamos foi ele que disse mas ao saber que não somos universitários
senhor professor desconcertou-se, manda quem pode humilha quem quer,
deixá-lo falar. Para aliviar a tensão no chaço valeu-nos ter vivido em
Coimbra, o egrégio ter andado por lá no magistério e para assentar,
acautelar e amenizar o colóquio, piedosamente menti-lhe fazendo-me
passar por vizinho do insigne pela conformidade de usarmos a mesma
paragem do trolei. Se ele subia ao Gil Vicente eu descia ao estádio ou à
travessa do Teodoro, por sermos visitas de casa e dos licores da D.
Clara.
Nisto seguimos uns bons quilómetros sem nos abrirmos sobre o assunto e
motivo da viagem, apesar das tentativas do senhor, apeando-nos num ermo
passado Seia quando virou à esquerda para a terra ao fundo de uma
barroca onde leccionava de tarde.
Nestoutro ponto há uma grande descida e se passaram as horas d’ almoço
sem casas à vista. Cinco horas de viagem, o caminho se a meio era muito,
chover não chovia e nisto estivemos a compartilhar ideias, por- fazer e
a rir, coisas assim que temos em comum. Até que.
Em tais delongas, da lomba assoma uma nuvem de fumo, ouvem-se estampidos
de motor e avista-se um seat branco, anão, matriculado em Salamanca. O
carro abrandou sem de todo parar e um cura a dizer com a cabeça entrem
depressa despachem-se, faz malabarismo com o volante e ainda dá pontapés
do travão. Subimos, o renitente escorregava, descaía, e deu para avaliar
que a bordo anafado na sotaina engelhada rala de botões a modos sebenta,
no cabeção amarelecido, nos sapatos descorados meses sem pomada rosete
ou outra que tal, capitaneava alguém jovial lendo-se afável no rosto e
sentindo-se, no lato, uma boa criatura.
Coimbra, se quedan en Coimbra ? O acervo, carro incurável e motorista
benfeitor, seguia para Fátima.
Nas folgas da bulha com o volante, nos intervalos dos pontapés na
atmosfera aquecida pela chófagem virada para o tapete, tecendo elogios
ao nosso expediente apoia o esforço do viajar à boleia em dia de chuva
só para assistir a um campeonato feminino em Aveiro.
Neste ponto seguimos viagem refastelados e abençoados. Até que.
Um cão desatinado atalha o alcatrão a correr e sem hipótese de abrandar
o cura passou-o a ferro. Absorto, nada preocupado com os contratempos
dos desarranjos na suspensão avarias no motor por carter partido ou
desalinho na direcção remata, en España se dice por matar un perro me
llaman de mata perros.
O resto da digressão foi demorada e desinteressante, seguíamos pelo
cheiro o rasto da camioneta com a equipa da Mocidade Portuguesa Feminina
do Nun’Alvares, chegámos de noite ao destino a equipa instalada na Casa
de S. Zita e acabámos por dormir na mesma cama de casal num hotel com
nome de rei à falta de melhor desenlace.
Nestoutro ponto, do canto no quarto bafiento saltou a toalha áspera
pendurada de lado no lavatório de ferro para o pescoço como se fosse uma
estola e, da mesinha de cabeceira saiu o penico de esmalte que enfiei na
cabeça. Naqueles preparos, meio encobertos pelo lençol, aos pés da cama
no descomunal espelho do guarda fatos os dois enquadrados e nisto
estivemos a compartilhar ideias, por fazer e a rir.
Como esta tarde de dores ciáticas, coisas assim que temos em comum.
António Luís Caramona
paudegiz@gmail.com
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