MOVILIDAD
Alumnos inmigrantes,
educación integradora

La movilidad ha acompañado al hombre de
generación en generación a lo largo de la historia, y los distintos
modos del hecho migratorio - percibidos siempre al principio como
problemas en las sociedades de acogida- se han convertido en fundamento
de los avances sociales.
Lo sabemos bien los españoles y los portugueses, acostumbrados a lo
largo de nuestra larga historia a los éxodos y al mestizaje.
Sin embargo, es cierto que en estos momentos afrontamos un reto de
considerables dimensiones, y necesitamos partir de claves concretas.
La primera y básica es que la inmigración masiva que ha llegado a Europa
en estas dos últimas décadas va a seguir viniendo, porque obedece no
sólo a las condiciones estructurales de los países de origen sino a una
necesidad demográfica de nuestro viejo continente. Como dice el profesor
Sami Naïr, uno de los mayores expertos europeos, no es una inmigración
de transición sino de repoblación, y por tanto se ve favorecida por la
propia legislación de los países de acogida.
La segunda clave es que viene para quedarse, y ahí nuestra labor docente
desempeña un papel protagonista.
La escuela es uno de los primeros factores de integración social y sobre
ella recae parte de la tarea de dotar a los alumnos con las competencias
necesarias para acceder plenamente a la ciudadanía. Y esto no es una
mera declaración de intenciones. Debemos profundizar en el conocimiento
y en la práctica del “modo de empleo” de nuestra sociedad: sus leyes,
sus costumbres, su historia, su lengua, todo aquello que permita
asimilar el fundamento de las expresiones “nosotros, los españoles…” o
“nosotros los portugueses…”, de manera que quienes vienen de fuera
puedan hacerlas suyas también, para que se sientan verdaderamente
integrados. Fomentar el sentimiento de minoría es desestabilizador y
peligroso. La exigencia de una distribución equilibrada de los alumnos
inmigrantes en todos los centros sostenidos con fondos públicos no
obedece a una necesidad del profesorado para facilitar el aprendizaje
sino que constituye una premisa básica de interés social. Consentir que
haya centros con un ochenta por ciento del alumnado de origen extranjero,
como ocurre a veces en España, puede llegar a ser una irresponsabilidad.
Los países anglosajones y Francia ya han encontrado sus propios modelos
de integración social, y son antagónicos. España está aún a la búsqueda
del suyo, y ensaya actitudes ante este desafío mientras asimila sus
propios problemas internos de identidad. Sin embargo, mucho más alejados
de la política de lo que creen los gobernantes, cada día en la escuela,
nosotros los docentes ensayamos el modelo integrado de la sociedad del
futuro, estableciendo un marco de valores compartidos en el que cada
identidad individual enriquece a las demás con su diferencia, pero sobre
todo comparte sus elementos comunes, lo que nos hace iguales, lejos de
esa mitificación artificial que Freud llamó “el narcisismo de las
pequeñas diferencias” y que ocupa las primeras planas de los periódicos.
Los profesores lo hacemos así porque sabemos que exacerbar el derecho a
la diferencia tiene el peligro de desembocar en una diferencia de
derechos.
Sabemos que la integración se construye a través de la transmisión de
valores, y que nuestra tarea es mostrar a todos los alumnos los avances
que la sociedad occidental ha realizado en siglos de historia: el
establecimiento de los derechos pero también de los deberes. Tenemos
presente el aforismo de Pericles: “Por encima de nosotros está la Ley
que hemos construido nosotros mismos.” Esa y no otra es la esencia de la
democracia. El núcleo de valores imprescindible para vivir juntos es
precisamente la Ley ante la cual todos somos iguales. Los derechos
particulares, las costumbres exportadas, acaban cuando topan con este
sustrato fundamental.
La función integradora del sistema educativo es construir el proyecto
común de todos ante el futuro que queremos vivir juntos, pero esto sólo
puede conseguirse con el pasado, con la historia, la cultura, el
conocimiento de nuestro medio. Por eso las actividades que planifiquemos
en la escuela no pueden quedarse sólo en exponer las aportaciones de los
países de origen de nuestros alumnos sino que nuestras “semanas
culturales” y el resto de iniciativas deben hacer germinar en todos la
admiración por lo que nos ha hecho a los españoles y a los portugueses
grandes y generosos en la acogida. Nuestras aulas, una por una, deben
ser la avanzadilla en la lucha contra las humillaciones que inflingen el
racismo y la xenofobia, y por eso – y esta es una reflexión que deben
hacer los equipos directivos- debemos potenciar también la presencia de
los padres de nuestros alumnos inmigrantes en los órganos de
participación y decisión de los centros.

Carmen Guaita
(Profesora y Secretaria Estatal
de Comunicación de ANPE)
CRÓNICA
Cartas desde la
ilusión

Querido Amigo:
He quedado tremendamente satisfecho con los resultados de la aplicación
de la técnica de “la tortuga Pepe” con mis alumnos. Ha sido muy
reconfortante ver cómo los alumnos llegaron a simular situaciones
problemáticas o conflictivas para solicitar el uso de la técnica, y, de
esta manera, hacer que su nuevo compañero no se sintiera extraño, como
si fuera él sólo el único que tuviese problemas o entrase en conflicto
con sus compañeros. La verdad es que parece que los niños son
tremendamente permeables a estos mensajes de solidaridad y han captado
de una manera maravillosa la dinámica de este “juego” que ha beneficiado
muy positivamente a su compañero hiperactivo.
Este niño, que, al principio, parecía un tanto asustado, comenzó a
sentirse a gusto en nuestra aula y, con la ayuda de todos, ha comenzado
a controlar su comportamiento y a realizar sus tareas. Estamos todos
“compinchados” para prestarle la ayuda necesaria en cada momento sin que
él se sienta agobiado. Hasta ahora él ha aceptado todo tipo de ayuda y
se ha mostrado agradecido. Yo espero que el próximo curso, que seguirá
en nuestra aula, podamos seguir potenciando su adaptación ayudándole a
mejorar día a día el control sobre sus propios impulsos.
Tengo que confesarte que he llegado al final del curso y me encuentro
plenamente satisfecho de lo que hemos realizado a lo largo de estos diez
meses que hemos convivido y que hemos aprovechado para seguir
aprendiendo y para afrontar con confianza situaciones nuevas. Creo que
es ésta la dinámica que se nos está pidiendo actualmente para cumplir
los objetivos de desarrollo de las competencias básicas en los que
estamos comprometidos.
Ahora iniciamos las vacaciones de verano y el merecido descanso, y, para
que mis alumnos no pierdan la dinámica de lo que hemos hecho durante
este año, les he contado esta bonita historia que ahora te cuento a ti,
pidiéndoles que la tengan todos estos días presente y sean solidarios
con todas las personas que se encuentren en la vida.
La historia es la siguiente:
“Estaban celebrando el final del curso en el centro educativo. Una de
las actividades programadas era una carrera en la que intervenían un
conjunto de niños con síndrome Down. Una vez dada la voz de salida,
todos se pusieron a correr tan rápido como pudieron… Pero al poco tiempo,
se dieron cuenta de que había un niño que no corría, porque, en la
salida, había resbalado y caído al suelo… Sin decir nada, se detuvieron,
volvieron hacia la línea de salida, se tomaron todos de la mano y
dijeron al niño que había caído: ‘Ahora vamos a correr todos juntos, y
todos juntos ganaremos’. Al cabo de unos minutos, entraron todos juntos
en la meta. Al ver este gesto de los compañeros del niño caído, más de
un adulto que asistía al transcurso de la carrera no pudo reprimir una
lágrima… Fue un gesto de solidaridad muy emocionante”.
Mis alumnos no necesitaron más explicaciones ni aclaraciones. Todos
comprendieron la importancia de renunciar, en ocasiones, a una victoria
individual para conseguir vencer todos juntos, y lo maravilloso que es
colocarse junto a la persona que está sufriendo por el motivo que sea,
para ayudarle a seguir adelante.
Espero que, cuando vuelvan de sus vacaciones de verano, entre todos
cuenten sus experiencias de solidaridad que contribuyan a su maduración
como personas y como ciudadanos.
Como siempre, un abrazo muy fuerte, con todos mis deseos de salud y
felicidad, y esta vez con el deseo de que disfrutes de un merecido
descanso durante estos días de verano en compañía de todas las personas
que te aman y a las que amas.
Juan A. Castro Posada
juancastrop@gmail.com
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