Director Fundador: João Ruivo    Director: João Carrega    Publicação Mensal    Ano XII    Nº142    Dezembro 2009

Opinião

CRÓNICA SALAMANCA

Elecciones en la universidad

Las universidades públicas no son una empresa, sino entidades de servicio público que deben cumplir con el cometido que la sociedad les asigna. Producir conocimiento a través de la investigación en todos los campos de los saberes y de las ciencias (experimentales, sociales, humanismo, tecnologías); formar los mejores profesionales posibles y especializados para atender las necesidades del pais en su gestión administrativa y fomento de la riqueza y bienestar social, o asumir una dimensión internacional en su compromiso; difundir el conocimiento al nivel más elevado posible, pero también hacerlo llegar de otra forma más asequible a otros sectores que en el pasado quedaban fuera de los beneficios de la cultura universitaria y la educación superior; impulsar el desarrollo tecnológico y la cohesión territorial allí donde se instalan; formar ciudadanos muy competentes y honestos, sobre todo, líderes intelectuales y morales, como decía el reconocido pedagogo Francisco Giner de los Ríos hace ya más de un siglo al referirse a las misiones de la universidad española. Esas son las principales tareas atribuidas a una universidad pública.

En consecuencia, como este modelo de universidad pública no es una empresa, los medios y organización para administrarla, gobernarla, difieren sin duda de una empresa privada, de otra universidad privada. En una sociedad democrática como la española, muy celosa de los valores de la democracia, y en la que el peso de la universidad pública en labores docentes y sobre todo investigadoras es muy superior a las privadas (varias de ellas confesionales), el sistema de gobierno de una universidad pública debe atenerse al sentido que tienen los servicios públicos. Deben ser bien administradas, gobernadas, pero pulcramente respetuosas con los principios de funcionamiento democrático, con las normas vigentes.

Ello significa que cada cierto tiempo (suele ser cada cuatro años) es necesario convocar y desarrollar elecciones a cargos de máximo nivel, como es el caso del Rector, y en una escala inferior el Decano, Director de Departamento o Instituto de Investigación. El proceso está ya plenamente asumido desde hace años por todos los miembros de la comunidad universitaria, se celebra con normalidad, y se procura marcar así un camino representativo, democrático y limpio (o se intenta) en la gestión de la universidad pública. Al mismo tiempo se consolida por la vía de la práctica real la pedagogía de la participación, la convivencia de sus integrantes.

El aspirante al gobierno de una universidad acepta estar dispuesto a explicar a sus votantes, los miembros de la comunidad universitaria, los aspectos más destacados de su proyecto de actuación, sus objetivos y medios a utilizar. Desde luego que acepta respetar las normas del juego democrático y los compromisos asumidos durante la campaña. La persona que aspira a ser Rector de una universidad también propone a sus electores el grupo de personas que van a acompañarle, y que van a ser en realidad los principales brazos ejecutores del programa de gobierno. Nos referimos al grupo de vicerrectores y otros cargos de confianza del máximo nivel, que en realidad son quienes van dando el perfil del proyecto de gobierno, y quienes aglutinan con su imagen y trayectoria los variados grupos y tendencias que coexisten en una universidad (entre profesores de diferentes niveles, estudiantes, personal de administración y servicios).

Este proceso electoral, de profunda raíz democrática, debe contemplarse y ejecutarse con plena normalidad, con la naturalidad propia del acontecer de la vida cotidiana, a pesar de la enorme trascendencia que para los más directamente implicados significa que salga elegido un rector u otro, una candidatura u otra. Porque, desde luego , nada de esto es indiferente para muchos proyectos académicos a medio y largo plazo, personales, de grupo y de la propia institución académica.
La Universidad de Salamanca llevaba algunos meses navegando sin un patrón suficientemente definido, pero en días pasados ha resuelto las dudas mediante un ejemplar proceso democrático de elecciones. Ha resultado elegido como Rector el catedrático de Geometría, Daniel Hernández Ruipérez, con un contundente y significativo respaldo de todos los sectores universitarios. Todo lo cual le legitima para el ejercicio del gobierno, pero le obliga al respeto del código de conducta que conlleva el puesto de mayor rango en la institución, a cumplir el proyecto de programa, a representar la ilusión fundada de que nuestra universidad ocupe posiciones académicas de vanguardia en el concierto nacional e internacional. Van a ser, tengo la intuición, cuatro años muy fecundos en el gobierno de la Universidad de Salamanca, para bien de todos.

José María Hernández Díaz
Universidad de Salamanca
jmhd@usal.es

 

 

 

CRÓNICA

Cartas desde la ilusión

Querido Amigo:

En mi carta anterior te hablaba de mis reflexiones sobre la competencia básica de “aprender a aprender” y sobre la necesidad de que los profesores comencemos a cambiar nuestra forma de entender nuestra actuación en el aula: en lugar de ser transmisores de conocimientos (como si fuéramos grandes sabios), tenemos que comenzar a ser y comportarnos como líderes, facilitadores, modelos, catalizadores, andamiadores, “directores de orquesta”, coaches… En otras palabras, tenemos que cambiar nuestra actitud de “sabedores de todo” por la de “acompañantes del progreso y las dificultades de nuestros alumnos”.

Si queremos promover, realmente, la competencia de “aprender a aprender” en nuestros alumnos, tenemos que cambiar radicalmente nuestra actitud y nuestra manera de educar, y tener en cuenta unos principios metodológicos que guíen nuestra actuación en el aula.

El primero de estos principios metodológicos se refiere al papel que juega o debe jugar el aprendizaje de nuestros alumnos. Para poder entender ese papel, lo primero que tenemos que hacer los profesores es explorar las concepciones que tanto nosotros, que somos los profesores, como nuestros alumnos, tenemos sobre el aprendizaje.

Si reflexionas un poco, fácilmente caerás en la cuenta de que los profesores asumimos que sabemos cómo aprenden todos y cada uno de nuestros alumnos. Pero, a la hora de la verdad, por regla general, tenemos que reconocer que no sabemos cómo aprenden, es decir, si su estilo es más bien pragmático, o teórico, o reflexivo… En el fondo, todos los profesores tendemos a partir de la “ilusión” de que nuestros alumnos aprenden de la misma manera, y lo que diferencia su rendimiento es que unos son más inteligentes que otros, mejor dotados, etc. Esta creencia está muy alejada de la realidad. Es cierto que hay alumnos que están muy bien dotados, otros que están bien dotados, otros que están normalmente dotados y otros que están escasamente dotados. Pero esa característica diferencial no explica la diversidad del rendimiento. Tenemos que empezar a tener en cuenta las preferencias, los modos, los estilos, de nuestros alumnos a la hora de aprender.

Ya en 1975, Rita Dunn y Kenneth Dunn planteaban los modos de ajuste de los alumnos al aprendizaje, y, en consecuencia, hablaban de ajuste al aprendizaje abierto frente al aprendizaje estructurado, al aprendizaje básico frente al aprendizaje alternativo, al aprendizaje tradicional frente al aprendizaje progresista, al aprendizaje disciplinado frente al permisivo, al aprendizaje fundamental frente al creativo, y al aprendizaje centrado en el contenido frente al aprendizaje centrado en el niño. Esta propuesta, ya “antigua”, como ves, llamó la atención sobre los diversos modos en que se puede proponer y producir el aprendizaje.

Hoy día se han popularizado los 4 estilos que configuran “la rueda del aprendizaje” según Kolb: activo, reflexivo, teórico y pragmático.

Pero estos 4 estilos no son más que una propuesta explicativa que puede servirnos para comenzar a tomar conciencia de este hecho y empezar a actuar en consecuencia. Tal vez haya nuevas investigaciones que detecten otros diferentes estilos de aprendizaje.

Pero, mientras lleguen esas nuevas investigaciones, creo que sería conveniente que pensásemos que los estilos de aprendizaje de nuestros alumnos se distribuyen de alguna manera en esas 4 dimensiones.

Tal vez la próxima vez te comente algo de esas 4 dimensiones y qué podemos hacer para comenzar a “equilibrar” de alguna manera las formas de actuación de nuestros alumnos en cuanto a su aprendizaje.

Hoy no quiero cerrar esta carta sin añadir otra reflexión: tenemos que tener en cuenta que las creencias sobre la inteligencia pueden influir específicamente en el proceso de aprender a aprender a través de tres ideas concretas: 1) qué piensan los estudiantes que significa ser inteligente, 2) sus creencias sobre el carácter estable o modificable de la inteligencia y 3) sus teorías sobre el origen de las diferencias individuales.
Como puedes imaginar, podría alargarme mucho comentando estas ideas, pero no tengo más espacio. Poco a poco iré transmitiéndote mis reflexiones en este sentido.

Como siempre, salud y felicidad.

Juan A. Castro Posada
juancastrop@gmail.com

 

 

 

PRIMEIRA COLUNA

Acordo desacordado

É já em Janeiro de 2010 que entra em vigor o novo acordo ortográfico. Um documento, que continua a gerar acesas discussões entre os mais variados sectores públicos portugueses, e que terá de ser totalmente implementado nos próximos seis anos. Significa isto que o próprio ensino do Português nas escolas vai sofrer algumas alterações, que os professores terão que receber formação acrescida e que os órgãos de comunicação social ficam com a responsabilidade acrescida de, também eles, difundirem as novas formas de escrever as palavras (das cerca de 140 mil vamos passar a ter 200 mil).

Nessa matéria o Ensino Magazine também estará atento, promovendo debates e reflexões, prestando, mais uma vez, um serviço público importante. As alterações são muitas e não se adquirem de um dia para o outro. O próprio Portal da Língua Portuguesa (www.portaldalinguaportuguesa.org) refere isso mesmo e apresenta, de forma clara aquilo que irá mudar. Uma das principais alterações diz respeito ao uso do hífen. "Por exemplo, passa a escrever-se codependente e contraindicação em vez de co-dependente e contra-indicação. Mesmo nos casos em que a palavra prefixada começa por <r> ou <s> deixa de se usar hífen, duplicando-se antes essa letra: antirrevolucionar e não anti-revolucionar, contrassenha e não contra-senha. No entanto, continuam a existir alguns casos em que o hífen é usado em palavras prefixadas: quando a palavra prefixada começa por <h> (anti-herói) e quando a última letra do prefixo é igual à primeira letra da palavra prefixada (mantém-se contra-ataque, por exemplo).

Mas as regras da utilização do hífen, dizem-nos também que os dias da semana deixam de ser escritos com o dito tracinho. Ou seja segunda-feira (dia de semana) passa a escrever-se segunda feira (podendo dar origem a situações menos claras. Estaremos a falar da segunda feira (mercado) ou de um dia de semana? Os próprios nomes dos meses e as estações do ano passam a escrever-se totalmente em letras minúsculas.

Os acentos também mudam. Pêlo deixa de usar o tradicional chapéu e fica pelo. Pára fica para. Jóia muda para joia. Paranóico vira paranoico e por aí fora. No caso das consoantes mudas, as alterações também são muitas: " Quando precedem um <t>, <ç> ou <c>, as letras <c> e <p> passam a escrever-se apenas se forem pronunciadas: ação em vez de acção, ótimo por óptimo. Nas sequências <mpt>, <mpc> e <mpç> o <m> passa a ser escrito <n> quando o <p> não se escreve: perentório e não peremptório. Em todos estes casos, quando a consoante é realizada na pronúncia realiza-se também na ortografia: pacto não passa a ser escrito pato".

Estes são apenas alguns exemplos daquilo para que os portugueses têm que se preparar nos próximos seis anos. Para nós, que vivemos da escrita e da palavra, a tarefa não será fácil. Durante séculos a língua foi evoluindo. Pessoa criticou algumas das alterações que na sua época propuseram. Vasco Graça Moura critica o novo acordo. O tema, parece-me, vai voltar a ganhar asas assim que todos nós começarmos a ensaiar as novas regras...

João Carrega
carrega@rvj.pt
 

 

 

CRÓNICA

A produtividade, ora aí está!

Dizia mais ou menos isto (http://www.youtube.com/watch?v=ZUJts90HIHc), o autor de Margem de Certa Maneira, indignado com a escapatória burguesa de dissimular a intensificação da exploração e explicar o atraso económico em que vivemos. Eu também estou indignado com a notícia sobre o nosso défice de produtividade (1/3 em relação à EU). Desde o ministro com nome de pintora aos urubus defensores do capital financeiro-industrial, todos concordam num ponto: a culpa é do baixo nível profissional e académico dos nossos trabalhadores. Em vésperas de negociações salariais, digo eu.

Esta recorrente pulhice indigna-me a tal ponto que já me tem ocorrido rasgar o jornal, deitar o rádio ao chão ou partir o televisor, sempre que a notícia ocorre. Felizmente tenho conseguido segurar-me…

Por definição, a produtividade é a relação entre a produção e os factores de produção utilizados. Em condições “normais”, o trabalho – o elemento humano – incorporado nas mercadorias, determina o índice de produtividade, como é por exemplo, o caso do Luxemburgo, com percentagens elevadíssimas de produtividade, que incorpora mão de obra… de emigrantes portugueses, na proporção aproximada de dois para um!

Mas se falarmos de Portugal o que é que temos? Desde logo, ausência de cultura empresarial, em que o capitalista é, acima de tudo, patrão, que paga salários de miséria em contradição muitas vezes com a sua vida faustosa, sustentada pelos baixos salários pagos e pelas deficientes condições de trabalho oferecidas. A subfacturação e consequente fuga aos impostos e corrupções várias são outras das pechas que alimentam a nossa ancestral “baixa produtividade”. Toda a gente sabe mas todos deixam em banho-maria.

Na verdade, o que os patrões portugueses procuram é o lucro imediato, o lucro fácil, o lucro máximo e sem escrúpulos, sem estratégia política, económica ou social.

Falta ainda falar dos meios de produção obsoletos. Não tenho dados (se os houver) que possam ilustrar com verdade esta situação, mas conheço um elevado número de empresas cujos meios de produção não são apenas de meados do século passado, com adaptações à base de arame e alicate, sem preocupações ecológicas de espécie alguma e onde a ergonomia é um palavrão, uma modernice que não dá lucro; são quase antros medievais de mal-fazer, que os trabalhadores portugueses suportam ou, como é cada vez mais a solução, vão para o estrangeiro ser produtivos, apesar de maus profissionais e pouco mais do que analfabetos.

Por mais angélica que seja a profissão de fé das classes dirigentes, o seu empenho democrático terá sempre pés de barro, as suas convicções terão sempre por base a mistificação da história e tendem a convencer-nos que o mundo é como eles explicam e não como nós o vemos.

Era esta uma crónica de Natal. Só não é porque recuso irmanar-me com os judas, que mais tarde ou mais cedo traem com falas mansas e um sorriso nos lábios.
Passarei o Natal a plantar figueiras. Não será por falta de meios que esta gente argumentará a sua permanência entre nós.

João de Sousa Teixeira
teijoao@gmail.com
 

 

 

CONTRA-BAIXO

O clarinete é mesmo uma arma

Uma das numerosas viagens de autocarro que fiz com o Carlos foi precisamente nesta época natalícia e recordo com alguma precisão o teor das nossas conversas. Regressávamos cada um a sua casa, depois de uma semana na cidade que nos acolhia para estudarmos música. Eu, um pouco mais experiente, procurava alargar os horizontes do jovem clarinetista, que eu sabia talentoso e pleno de curiosidade. Embora lhe augurasse um futuro promissor, não tinha a certeza de qual seria o corolário de tanto trabalho, dedicação e qualidades musicais amplamente demonstradas em concertos e audições e nas palavras do seu mestre de então.

Soube recentemente que acaba de sair um disco no selo EMI Classics no qual toca o Concerto em Lá Maior KV 622 para clarinete e orquestra de W. A. Mozart. Já o pude escutar e asseguro que é extraordinário. O Carlos Alves, além de fazer parte da Orquestra Nacional do Porto tem desenvolvido uma brilhante carreira ao nível da música de câmara, enquanto solista e dedicando algum tempo à pedagogia, através da leccionação em Escolas Superiores de Música e em diversas Master Classes, tendo assumido nos últimos anos a direcção artística do Festival Internacional de Música de Paços Brandão. O início do próximo ano será, também, marcado pelo lançamento de uma outra gravação, em parceria com o pianista Caio Pagano, resultado de uma colaboração de alguns anos, a qual justifica as melhores expectativas.

O músico Carlos Alves é uma perfeita metáfora da verdadeira revolução vivida em Portugal em termos do acesso à formação musical. Começou como muitos, numa banda filarmónica, foi procurar formação de alto nível com um excelente professor num Conservatório Regional, prosseguiu estudos numa Escola Superior de Música e complementou a sua formação em numerosos cursos em Portugal e no estrangeiro. Este percurso tem sido repetido por cada vez mais jovens. Há algumas semanas foi muito gratificante ouvir de um ex-aluno do Carlos que concluiu o mestrado, recentemente, em Londres, uma série de afirmações que aproveito para partilhar.

Em primeiro, a constatação de que em Portugal não há um circuito que permita aos jovens instrumentistas desenvolverem o seu trabalho concertístico de forma regular; por outro lado, o perigo de muitos recém-licenciados se dedicarem imediatamente ao ensino, com horários alargados, não permitindo o desenvolvimento da sua carreira enquanto instrumentistas; este perigo está na ordem do dia com as alterações operadas nos últimos dois anos no ensino artístico, gerando uma absorção imediata pelo mercado de trabalho de muitos diplomados, mas quase exclusivamente na vertente ensino.

O que eu pude constatar, ao ouvir este antigo aluno, foi que a lição que o Carlos Alves lhe transmitiu ao longo de anos não foi apenas no plano técnico e artístico. Foi muito mais longe e perdura de uma forma intensa.

Numa época na qual na espuma dos dias geralmente os destaques são para aspectos e vivências negativas, penso que o Carlos Alves merece bem a nossa atenção, como exemplo motivador e inspirador.

Carlos Semedo
carlossemedo@gmail.com

 

 

 

PAU DE GIZ

E com esta me fico

Ao alinhavar a bainha desta e pelo acaso os estar a ouvir em casa e à chuva na rua, dei por pensar em ambos em diferentes acasos. O Luís Filipe recebera o duplo álbum branco de fora e quando alguém trouxe o gira discos de casa para guarnecer as tarde dos ensaios da récita, ao som do ob-lá-di, ob-lá-da a sombra das tranças da Odete, o meu par na valsa, adejavam no quadro. Como se um espelho preto agora esvoaçassem os dois, porque raio se foram tão novos?

No centro da sala o Dâmaso dirigia a Sinfénica Gerónica nos intervalos do back in ussr enquanto o sr. Rolão, para confidenciar ao reitor o que se passava, guardava-nos ajoelhados sobre os esquissos do Castanheira na pintura do papel de cenário estendido no ginásio. Batendo o pé ao som de honey pie recomendava cuidado com as tintas não me borrem os tacos.

A abrir o ano lectivo houve o cortejo, organizámos uma prova de perícia e passada a directa do baile, carregadas e descarregadas as cadeiras na Berliet do Seis e arrumadas na sala das sessões da Câmara, o eco do Quinteto Académico ribombou semanas. Andou-se em festanças todo o segundo período, rematou-se com a viagem de finalistas, seria de esperar uns quantos quinarem no final do ano lectivo e também quinei ajudado pelas iscas de fígado que atearam a intoxicação alimentar libertadora de parte dos exames e segundas chamadas. Repouso absoluto receitou o Dr. Liberato, incumbindo-me de beber uma cerveja preta a acompanhar a refeição principal.

Nessas férias grandes desemburrei-me na condução da bugatti galdéria com a distribuição dos cortes em casa das metedeiras e nos despachos em pequena velocidade na Central sem ter licença de aprendizagem. À noite, no clube, entremeando dons de bluff e baralhos cartas, garrafas de teobar e salsichas ou anchovas em lata com bolachas de água e sal, a telefonia sintonizada na rádio Luxemburgo passava, seguidas, as duas versões do revolution, isto é, a primeira e a quinta músicas do lado b, do disco dois. Estes acasos decorreram no ano em que o senhor bispo veio pelo crisma, e a localização das músicas é porque tenho a capa branca aqui à mão.

Repetentes, em casa do Zé Manel ouvia-se o em órbita escrevendo poesia concreta nos rótulos das garrafas retornadas das colónias e, sentados nos banco da avenida, o João Carlos Antunes defendia o while my guitar gently weeps, a Fátima e a Manela nem tanto. Não dávamos crédito ao director, editor, chefe de redacção, jornalista, repórter e proprietário da revista Êxito, enlambuzados de sonhos do Turismo gulodice que enjoei. Com o Drº. Quintela, explicador de filosofia, era para ser mas não foi O Grande Teatro do Mundo, a polícia política suspendeu a função nas vésperas e o guarda roupa, cosido na fábrica com o rebotalho da serapilheira dos fardos, nem foi estreado.

Amparado por um treze ali, um doze aqui, mais coisa menos coisa, aterrei de comboio em Terrasa, via Madrid, no Lusitânia desde a Beirã, com quinze mil pesetas no bolso. Não se esqueça de mudar de Atocha para Chamartin, explicou-me o revisor à entrada e na aparelhagem do compartimento ouviu-se o hey jude enquanto atravessava a fronteira. Pela janela do comboio passaram montados pintalgados a toiros de lide ou varas de porco preto e, arrastando a mala cartonada forrada a tecido escocês, atafulhada de roupa nos sete quilómetros a pé naquele enorme rio de gente que é o passeio da Castellana em dia de jogo no campo do Real, por ser novidade entrei num vagon litera viajando para Barcelona de noite. No dia seguinte apeei-me na estação de Francia, cambiei para Santos ou era Norte, ou vice versa ? para abichar um regional.

Memorizando, no taxi preto, a viagem entre pavilhões industriais de onde se ouviam teares e fusos até à calle Ramon y Cajal, na parede do quarto alugado no rés do chão da família Ubasart Plans colei o poster do amor é um pássaro verde num campo azul no alto da madrugada. Por deferência ao meu companheiro de quarto, um galego, autorizei vertessem a frase para catalão e a escrevessem, a marcador encarnado, sem estragar a fotografia da menina e do menino abraçados.

Quem baixasse a rua, naquele final de Setembro de chuvas diluvianas, a rua era um rio de verdade com afluentes a desaguarem de todos os lados e a terra a alagar crescia. A prová-lo, o estado lastimoso no qual cheguei ao jantar em casa do fabricante de máquinas Junyent.

Por ser filho de quem era, e a quem fornecera uma caneleira, fui convidado para jantar e cheguei atrasado, não achava a rua entrando ensopado porque não levei guarda chuva. Valeu-me o encosto da lareira acesa para remedeio da molha e uma nuvem de vapor a abarcar-me, bússola a apontar-me a noite toda, libertava-se do fato de terylene antracite às riscas enquanto enxugava.

E, como se não bastasse o esqueleto húmido, no coração minguado um alfinete a picar. Era a barreira da língua, entre eles falavam catalão, era o brilho das pratas na sala forrada a meia altura em madeira trabalhada e era o desmarcado lustre no tecto de onde penduricalhos de cristal choviam pingas grossas de reflexos coloridos a passar, dançando, na toalha de mesa bordada.

Fosse o nervoso miudinho pelo fato alagado a secar, fosse pelo que fosse, era porque não sabia ao que andava.
 

Nota : Como se refere e o título indica agradeço a uns o estímulo, doutros registo a paciência que tiveram. Contudo, contido, never say never lá dizia Peter Pan.

António Luís Caramona
paudegiz@gmail.com
 

 

© 2002-2009    RVJ Editores, Lda.