CRÓNICA DE SALAMANCA
Spin-Off, Universidad
y servicio publico
En las universidades europeas
vivimos tiempos de fuerte incertidumbre, aunque todavía no de zozobra.
Lo de Bolonia en nuestras universidades es sólo un susurro sobre lo que
existe de fondo, y que viene de antes de los acuerdos de la Sorbona,
Bolonia, Salamanca, Lisboa y un largo listado de encuentros políticos y
de responsables de la educación superior en Europa. Es que parece que
estalla un modelo de universidad, y emerge otro bastante diferente, más
allá de temas concretos como los nuevos planes de estudios y modelos
didácticos. Un aspecto de ese nuevo concepto de universidad es el
denominado universidad-empresa, y no sólo para las privadas.
Hace pocos días la agencia de noticias de Castilla y León informaba que
los Consejeros de Educación e Industria, junto a los rectores de las
universidades públicas, y alguna privada, decidían una buena inversión
para crear empresas desde el sector académico y trasladarlas al sector
productivo de inmediato.
Un prestigioso periódico como el Pais, de innegable proximidad al actual
gobierno de España, elaboraba un magnífico informe titulado “Hagamos de
la universidad un negocio”. En este extenso trabajo se explicaban las
ayudas concedidas a parques científicos y tecnológicos desde las
Comunidades Autónomas, y se detallaban los avances en empresas
“spin-off” (las derivadas de proyectos y grupos punteros de
investigación) en sectores muy competitivos de la tecnología y la
producción de empresas españolas. Ponía sobre la mesa el ejemplo de
Andalucía, que en 2004 tenía una sola empresa “spin-off” y en 2008 ya
cuenta con 67.
En el trasfondo de este informe estaba un debate preocupante,
consecuencia de la nueva estructura del gobierno de España, a partir de
las últimas elecciones generales. Las universidades se han visto fuera
del Ministerio de Educación, y han sido situadas en el nuevo denominado
Ministerio de Ciencia e Innovación, con un proyecto decididamente
tecnológico, empresarial, competitivo.
A nadie nos debe asustar que la universidad del siglo XXI sea un
auténtico semillero de empresas, de trabajadores cualificados, de
científicos competitivos, de experimentalistas ejemplares, de titulados
que sepan servir a la sociedad que los forma con los criterios y
demandas del tiempo que ahora corresponde.
La universidad nació como institución dedicándose a formar los
profesionales que en la Edad Media se pedían con más urgencia (juristas,
teólogos y médicos). Siglos más tarde, desde la Prusia de principios del
siglo XIX , Guillermo von Humboldt apuesta por la universidad
investigadora, productora de conocimiento, y no sólo transmisora del
mismo. Ese modelo de universidad alemana, investigadora, se ha
generalizado, y hoy ninguna universidad en el mundo, que lo sea en
sentido real (no puramente nominal), puede dejar al margen la
investigación de carácter más competitivo entre una de sus principales
misiones, no la única.
Lo que a muchos nos preocupa, y tenemos ejemplos en “modélicas “
universidades anglosajonas, es que se acabe de marginar de una vez en
nuestras universidades el ámbito de estudio e investigación en las
humanidades y las ciencias sociales. La razón que se arguye en este
contexto tan ideológicamente provocativo es que no tienen solicitantes,
ni alumnos, no generan empresas, se dedican a tareas que poco tienen que
ver con la productividad, la competencia, y Europa necesita grandes y
muchos técnicos para poder competir en lo económico con otras potencias
bien conocidas y situadas más bien en el Pacífico y el Indico.
Spin-off y desarrollo empresarial en la universidad del siglo XXI, sí,
desde luego. Pero universidad como espacio de creación de pensamiento y
cultura, de tomar al hombre como el núcleo de la sociedad y de la vida,
mucho más decididamente, desde luego. Sobre todo cuando nos referimos a
la universidad pública, que debe tener una dimensión ineludible de
servicio público.
José María Hernández Díaz
Universidad de Salamanca
jmhd@usal.es
UNIVERSIDAD DE SALAMANCA
Los mejores
estudiantes reciben premios
El rector, José Ramón Alonso,
presidió el acto de entrega de los Premios de Acceso 2008 a los mejores
estudiantes de Selectividad en la convocatoria de junio celebrado hoy en
el Paraninfo de las Escuelas Mayores. La sesión contó también con la
asistencia de Gerardo Sánchez-Granjel, secretario Territorial de la
Junta de Castilla y León; Ricardo Canal, vicerrector de Docencia y
Convergencia Europea; Bienvenido Mena Merchán, director provincial de
Educación en Salamanca, y Enrique Jiménez Ríos, secretario de la
Comisión de Pruebas de Acceso de la Universidad de Salamanca. La
Universidad de Salamanca quiere, con este acto, reconocer el trabajo de
aquellos jóvenes que lograron la máxima calificación, además de resaltar
la labor desarrollada por los centros educativos y sus profesores.
Un total de 59 estudiantes de las provincias Ávila, Salamanca y Zamora
han conseguido este premio al obtener una nota igual o superior al 8,50
en las pruebas de acceso. La mejor calificación correspondió a la alumna
Alba Montero Cruz, del Instituto Fray Diego Tadeo de Ciudad Rodrigo, con
un 9,83. El galardón consiste en un diploma y la matrícula gratuita para
el primer curso en las aulas de la Universidad de Salamanca.
Durante el transcurso del acto, el rector anunció la creación de un
programa de becas especiales para atraer a los jóvenes con los mejores
expedientes del país. En este sentido Alonso indicó que la estudiante
madrileña con el mejor expediente académico de España, Julia Gómez, que
obtuvo un 9,94, estudiará Biotecnología en la Facultad de Biología. El
rector explicó que, tras conocer el interés de la joven por estudiar
esta carrera, decidió ponerse en contadcto con su familia para
convencerla que la mejor opción era Salamanca frente a otras
posibilidades barajadas.
CRÓNICA
Sinais
Aqueles seráficos dos alemães estragaram
a festa ao povo português. Já tinham sido os fleumáticos ingleses, os
chauvinistas franceses e os sonsos dos gregos, e agora estes. Com uma
diferença: não derrotaram apenas a equipa de futebol, Scolari, Madail e
Sócrates, mas toda uma nação com carros e varandas assinalados feridos
de morte, com a glória ali tão perto. Foi Sclolari - com a anuência dos
que precisam que o povo ria da futilidade e esqueça os problemas reais,
claro está - o inventor desta euforia pirosa de dar as cores da bandeira
nacional ao desejo de sermos campeões de futebol. Só que a bandeira não
é algo para ser louvado num dado momento e cuspido o resto do tempo,
como fazem os norte-americanos de forma superior. Agora o mister vai
para o Chesea e, da mesma forma que esqueceu o verde e amarelo, já se
não lembra do verde e vermelho, tudo a troco da cor do dinheiro. O seu
rasto será fácil de seguir: quando virmos Londres engalanada de azul, e
a bandeira do ex-clube de Mourinho flutuar sobre o Big Ben, saberemos
que ele já lá está; saberemos que Sua Majestade ganhou mais do que um
treinador de futebol, um devotado patriota, até que… a cor os separe.
Ou, como muito bem diz o meu amigo Francisco Costa: não é a cor, João,
são os nossos impostos!
Tenho uma história de vida, muitíssimo mais séria, de que me recordo
sempre que falo nestas coisas e vou contá-la.
Um bom e velho amigo que, infelizmente já partiu, tinha pela tintura de
iodo mais do que uma devoção. Era uma espécie de fé, baseada nas
propriedades a seu ver milagrosas da substância. Contava-me com
entusiasmo e um brilho de vitória no olhar os efeitos curativos, não só
em feridas expostas, como era empregue pelo comum da gente, mas em
achaques tão diversos como febres, dores lombares, reumatismo, cáries e
até por três vezes seguidas, uma trombose que lhe subia pelo braço,
deserta para lhe estancar o precioso alimento da vida e estalar o
coração. Mais tarde, até ele ficou surpreendido, com outro apaniguado da
tintura que garantia curar úlceras de estômago com dezoito gotas do
líquido num copo de meio quartilho de leite. Foi a rendição definitiva.
Ou seja, a tintura de iodo é a cura para todos os males!
Passaram alguns anos e o meu amigo ficou viúvo. Viúvo mas não morto! Em
boa verdade, era um vivaz, apto para avarias que muitos jovens não
ousavam e, além do mais, senhor da poção mágica para todos os males do
corpo e da alma.
Constou entretanto que, dando azo à sua vontade de viver, arrastava a
asa à minha vizinha do andar de baixo, também ela viúva de bom partido.
Não, isso é maledicência - dizíamos nós, moralistas não sei de quê -
Então, um homem daquela idade, perdido de amores… isso é coisa para
rapazes, não senhor!
Pois não. Num daqueles fins de dia de verão em que o sufoco é enorme
dentro de casa e só apetece passear ao fresco ou espreitar à janela a
brisa que por vezes corre, coincidimos eu e a minha vizinha de baixo e,
para meu espanto (ela debruçava-se na minha perpendicular) descuidava
nus os ombros e as costas completamente tingidos de castanho claro,
exactamente a cor que a tintura de iodo deixa ficar na pele.
Não tive outro remédio se não concluir que a mão do meu bom amigo,
apesar de invisível, andava já por ali.
João de Sousa Teixeira
teijoao@gmail.com
CONTRABAIXO
Criatividades
Se há afirmação que não merece
contestação, pelo menos para um crescente número de cidadãos, é a de que
a educação é fundamental para o futuro do país. Transportada para o
discurso político, em Portugal, até já foi alvo de uma paixão e, mais
recentemente, aparece como um dos elementos operativos de uma urgente
qualificação, de mudança de paradigma no mercado de trabalho e mesmo sob
a forma de um choque tecnológico.
Acontece que se me parece natural o consenso relativamente à importância
fundamental da educação já não estou nada convencido relativamente ao
modelo a seguir. Um dos aspectos a ter em alta conta é a chamada
inflação académica. A exigência de um grau académico cada vez mais
elevado para desempenhar determinadas tarefas é a norma nos chamados
países desenvolvidos e a pergunta surge-me de imediato: será que o
futuro da educação é fazer cada vez melhor o que sempre se fez ou mudar
completamente de paradigma? Será que a escola que sempre defendemos e
que dá à criatividade um papel menor e acessório tem futuro?
Neste contexto é muito interessante verificar que a região Norte acordou
para esta realidade e arregaçou as mangas. Acabo de ler o essencial do
estudo Desenvolvimento de um Cluster de Indústrias Criativas na Região
do Norte, promovido pela Fundação de Serralves, com a Comissão de
Coordenação e Desenvolvimento Regional do Norte, em parceria com a Junta
Metropolitana do Porto, a Casa da Música e a Sociedade de Reabilitação
Urbana da Baixa Portuense. Veja-se aquela que é assumida como a sua
Missão: “Contribuir para que o Norte se torne na Região Criativa de
Portugal pela concepção e implementação de um adequado modelo de
governação que suporte o aumento da Capacidade e Empreendedorismo
Criativos, o crescimento dos Negócios Criativos e a atractividade dos
Lugares Criativos, visando o reforço da massa crítica do capital
criativo da região.” E atente-se no acento que um dos tópicos do Plano
de Acção coloca na criatividade: Impulsionar projectos de aprendizagem
criativa em todos os níveis de ensino, promovendo a realização de
iniciativas conjuntas das escolas com artistas e empresários do sector
criativo.
E foi a partir deste Eixo, assumido sob a forma de benchmarking, que
tomei conhecimento do trabalho que se está a fazer no Reino Unido, no
programa Creative Partnerships. É um programa que assume a mudança, ao
longo de todo o currículo e que estará a transformar o ensino e a
aprendizagem um pouco por todo o lado. A título de exemplo, o “Cinco
horas por semana…” que propõe o contacto com a arte e cultura “de
qualidade” acessível a todas as crianças e jovens. Esta, entre muitas
outras, meta ambiciosa está a ser assumida pelo governo num programa que
advoga, pelo menos assim parece, esta alteração de paradigma nas
escolas. Veja-se o conjunto de objectivos que são colocados com clareza:
O programa aspira a desenvolver a criatividade dos jovens aumentando o
nível das suas aspirações e do sucesso na sua concretização; visa,
também, aumentar a capacidade de os professores realizarem trabalho
criativo; por outro lado, aspira a desenvolver o contacto das escolas
com a cultura, a criatividade e o trabalho em parceria; finalmente
procura desenvolver a capacidade e sustentabilidade das indústrias
criativas.
Espero que o projecto a Norte tenha êxito e embora ainda seja cedo para
ajuizar sobre o sucesso do investimento do governo britânico, parece-me
que estão no caminho certo.
Carlos Semedo
carlossemedo@gmail.com
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