Director Fundador: João Ruivo    Director: João Carrega    Publicação Mensal    Ano XI    Nº126    Agosto 2008

Opinião

CRÓNICA DE SALAMANCA

Spin-Off, Universidad y servicio publico

 En las universidades europeas vivimos tiempos de fuerte incertidumbre, aunque todavía no de zozobra. Lo de Bolonia en nuestras universidades es sólo un susurro sobre lo que existe de fondo, y que viene de antes de los acuerdos de la Sorbona, Bolonia, Salamanca, Lisboa y un largo listado de encuentros políticos y de responsables de la educación superior en Europa. Es que parece que estalla un modelo de universidad, y emerge otro bastante diferente, más allá de temas concretos como los nuevos planes de estudios y modelos didácticos. Un aspecto de ese nuevo concepto de universidad es el denominado universidad-empresa, y no sólo para las privadas.

Hace pocos días la agencia de noticias de Castilla y León informaba que los Consejeros de Educación e Industria, junto a los rectores de las universidades públicas, y alguna privada, decidían una buena inversión para crear empresas desde el sector académico y trasladarlas al sector productivo de inmediato.

Un prestigioso periódico como el Pais, de innegable proximidad al actual gobierno de España, elaboraba un magnífico informe titulado “Hagamos de la universidad un negocio”. En este extenso trabajo se explicaban las ayudas concedidas a parques científicos y tecnológicos desde las Comunidades Autónomas, y se detallaban los avances en empresas “spin-off” (las derivadas de proyectos y grupos punteros de investigación) en sectores muy competitivos de la tecnología y la producción de empresas españolas. Ponía sobre la mesa el ejemplo de Andalucía, que en 2004 tenía una sola empresa “spin-off” y en 2008 ya cuenta con 67.

En el trasfondo de este informe estaba un debate preocupante, consecuencia de la nueva estructura del gobierno de España, a partir de las últimas elecciones generales. Las universidades se han visto fuera del Ministerio de Educación, y han sido situadas en el nuevo denominado Ministerio de Ciencia e Innovación, con un proyecto decididamente tecnológico, empresarial, competitivo.

A nadie nos debe asustar que la universidad del siglo XXI sea un auténtico semillero de empresas, de trabajadores cualificados, de científicos competitivos, de experimentalistas ejemplares, de titulados que sepan servir a la sociedad que los forma con los criterios y demandas del tiempo que ahora corresponde.

La universidad nació como institución dedicándose a formar los profesionales que en la Edad Media se pedían con más urgencia (juristas, teólogos y médicos). Siglos más tarde, desde la Prusia de principios del siglo XIX , Guillermo von Humboldt apuesta por la universidad investigadora, productora de conocimiento, y no sólo transmisora del mismo. Ese modelo de universidad alemana, investigadora, se ha generalizado, y hoy ninguna universidad en el mundo, que lo sea en sentido real (no puramente nominal), puede dejar al margen la investigación de carácter más competitivo entre una de sus principales misiones, no la única.

Lo que a muchos nos preocupa, y tenemos ejemplos en “modélicas “ universidades anglosajonas, es que se acabe de marginar de una vez en nuestras universidades el ámbito de estudio e investigación en las humanidades y las ciencias sociales. La razón que se arguye en este contexto tan ideológicamente provocativo es que no tienen solicitantes, ni alumnos, no generan empresas, se dedican a tareas que poco tienen que ver con la productividad, la competencia, y Europa necesita grandes y muchos técnicos para poder competir en lo económico con otras potencias bien conocidas y situadas más bien en el Pacífico y el Indico.

Spin-off y desarrollo empresarial en la universidad del siglo XXI, sí, desde luego. Pero universidad como espacio de creación de pensamiento y cultura, de tomar al hombre como el núcleo de la sociedad y de la vida, mucho más decididamente, desde luego. Sobre todo cuando nos referimos a la universidad pública, que debe tener una dimensión ineludible de servicio público.

José María Hernández Díaz
Universidad de Salamanca
jmhd@usal.es

 

 

 

UNIVERSIDAD DE SALAMANCA

Los mejores estudiantes reciben premios

 El rector, José Ramón Alonso, presidió el acto de entrega de los Premios de Acceso 2008 a los mejores estudiantes de Selectividad en la convocatoria de junio celebrado hoy en el Paraninfo de las Escuelas Mayores. La sesión contó también con la asistencia de Gerardo Sánchez-Granjel, secretario Territorial de la Junta de Castilla y León; Ricardo Canal, vicerrector de Docencia y Convergencia Europea; Bienvenido Mena Merchán, director provincial de Educación en Salamanca, y Enrique Jiménez Ríos, secretario de la Comisión de Pruebas de Acceso de la Universidad de Salamanca. La Universidad de Salamanca quiere, con este acto, reconocer el trabajo de aquellos jóvenes que lograron la máxima calificación, además de resaltar la labor desarrollada por los centros educativos y sus profesores.

Un total de 59 estudiantes de las provincias Ávila, Salamanca y Zamora han conseguido este premio al obtener una nota igual o superior al 8,50 en las pruebas de acceso. La mejor calificación correspondió a la alumna Alba Montero Cruz, del Instituto Fray Diego Tadeo de Ciudad Rodrigo, con un 9,83. El galardón consiste en un diploma y la matrícula gratuita para el primer curso en las aulas de la Universidad de Salamanca.

Durante el transcurso del acto, el rector anunció la creación de un programa de becas especiales para atraer a los jóvenes con los mejores expedientes del país. En este sentido Alonso indicó que la estudiante madrileña con el mejor expediente académico de España, Julia Gómez, que obtuvo un 9,94, estudiará Biotecnología en la Facultad de Biología. El rector explicó que, tras conocer el interés de la joven por estudiar esta carrera, decidió ponerse en contadcto con su familia para convencerla que la mejor opción era Salamanca frente a otras posibilidades barajadas.

 

 

 

CRÓNICA

Sinais

Aqueles seráficos dos alemães estragaram a festa ao povo português. Já tinham sido os fleumáticos ingleses, os chauvinistas franceses e os sonsos dos gregos, e agora estes. Com uma diferença: não derrotaram apenas a equipa de futebol, Scolari, Madail e Sócrates, mas toda uma nação com carros e varandas assinalados feridos de morte, com a glória ali tão perto. Foi Sclolari - com a anuência dos que precisam que o povo ria da futilidade e esqueça os problemas reais, claro está - o inventor desta euforia pirosa de dar as cores da bandeira nacional ao desejo de sermos campeões de futebol. Só que a bandeira não é algo para ser louvado num dado momento e cuspido o resto do tempo, como fazem os norte-americanos de forma superior. Agora o mister vai para o Chesea e, da mesma forma que esqueceu o verde e amarelo, já se não lembra do verde e vermelho, tudo a troco da cor do dinheiro. O seu rasto será fácil de seguir: quando virmos Londres engalanada de azul, e a bandeira do ex-clube de Mourinho flutuar sobre o Big Ben, saberemos que ele já lá está; saberemos que Sua Majestade ganhou mais do que um treinador de futebol, um devotado patriota, até que… a cor os separe. Ou, como muito bem diz o meu amigo Francisco Costa: não é a cor, João, são os nossos impostos!

Tenho uma história de vida, muitíssimo mais séria, de que me recordo sempre que falo nestas coisas e vou contá-la.

Um bom e velho amigo que, infelizmente já partiu, tinha pela tintura de iodo mais do que uma devoção. Era uma espécie de fé, baseada nas propriedades a seu ver milagrosas da substância. Contava-me com entusiasmo e um brilho de vitória no olhar os efeitos curativos, não só em feridas expostas, como era empregue pelo comum da gente, mas em achaques tão diversos como febres, dores lombares, reumatismo, cáries e até por três vezes seguidas, uma trombose que lhe subia pelo braço, deserta para lhe estancar o precioso alimento da vida e estalar o coração. Mais tarde, até ele ficou surpreendido, com outro apaniguado da tintura que garantia curar úlceras de estômago com dezoito gotas do líquido num copo de meio quartilho de leite. Foi a rendição definitiva. Ou seja, a tintura de iodo é a cura para todos os males!

Passaram alguns anos e o meu amigo ficou viúvo. Viúvo mas não morto! Em boa verdade, era um vivaz, apto para avarias que muitos jovens não ousavam e, além do mais, senhor da poção mágica para todos os males do corpo e da alma.

Constou entretanto que, dando azo à sua vontade de viver, arrastava a asa à minha vizinha do andar de baixo, também ela viúva de bom partido. Não, isso é maledicência - dizíamos nós, moralistas não sei de quê - Então, um homem daquela idade, perdido de amores… isso é coisa para rapazes, não senhor!

Pois não. Num daqueles fins de dia de verão em que o sufoco é enorme dentro de casa e só apetece passear ao fresco ou espreitar à janela a brisa que por vezes corre, coincidimos eu e a minha vizinha de baixo e, para meu espanto (ela debruçava-se na minha perpendicular) descuidava nus os ombros e as costas completamente tingidos de castanho claro, exactamente a cor que a tintura de iodo deixa ficar na pele.

Não tive outro remédio se não concluir que a mão do meu bom amigo, apesar de invisível, andava já por ali.

João de Sousa Teixeira
teijoao@gmail.com
 

 

 

CONTRABAIXO

Criatividades

Se há afirmação que não merece contestação, pelo menos para um crescente número de cidadãos, é a de que a educação é fundamental para o futuro do país. Transportada para o discurso político, em Portugal, até já foi alvo de uma paixão e, mais recentemente, aparece como um dos elementos operativos de uma urgente qualificação, de mudança de paradigma no mercado de trabalho e mesmo sob a forma de um choque tecnológico.

Acontece que se me parece natural o consenso relativamente à importância fundamental da educação já não estou nada convencido relativamente ao modelo a seguir. Um dos aspectos a ter em alta conta é a chamada inflação académica. A exigência de um grau académico cada vez mais elevado para desempenhar determinadas tarefas é a norma nos chamados países desenvolvidos e a pergunta surge-me de imediato: será que o futuro da educação é fazer cada vez melhor o que sempre se fez ou mudar completamente de paradigma? Será que a escola que sempre defendemos e que dá à criatividade um papel menor e acessório tem futuro?

Neste contexto é muito interessante verificar que a região Norte acordou para esta realidade e arregaçou as mangas. Acabo de ler o essencial do estudo Desenvolvimento de um Cluster de Indústrias Criativas na Região do Norte, promovido pela Fundação de Serralves, com a Comissão de Coordenação e Desenvolvimento Regional do Norte, em parceria com a Junta Metropolitana do Porto, a Casa da Música e a Sociedade de Reabilitação Urbana da Baixa Portuense. Veja-se aquela que é assumida como a sua Missão: “Contribuir para que o Norte se torne na Região Criativa de Portugal pela concepção e implementação de um adequado modelo de governação que suporte o aumento da Capacidade e Empreendedorismo Criativos, o crescimento dos Negócios Criativos e a atractividade dos Lugares Criativos, visando o reforço da massa crítica do capital criativo da região.” E atente-se no acento que um dos tópicos do Plano de Acção coloca na criatividade: Impulsionar projectos de aprendizagem criativa em todos os níveis de ensino, promovendo a realização de iniciativas conjuntas das escolas com artistas e empresários do sector criativo.

E foi a partir deste Eixo, assumido sob a forma de benchmarking, que tomei conhecimento do trabalho que se está a fazer no Reino Unido, no programa Creative Partnerships. É um programa que assume a mudança, ao longo de todo o currículo e que estará a transformar o ensino e a aprendizagem um pouco por todo o lado. A título de exemplo, o “Cinco horas por semana…” que propõe o contacto com a arte e cultura “de qualidade” acessível a todas as crianças e jovens. Esta, entre muitas outras, meta ambiciosa está a ser assumida pelo governo num programa que advoga, pelo menos assim parece, esta alteração de paradigma nas escolas. Veja-se o conjunto de objectivos que são colocados com clareza: O programa aspira a desenvolver a criatividade dos jovens aumentando o nível das suas aspirações e do sucesso na sua concretização; visa, também, aumentar a capacidade de os professores realizarem trabalho criativo; por outro lado, aspira a desenvolver o contacto das escolas com a cultura, a criatividade e o trabalho em parceria; finalmente procura desenvolver a capacidade e sustentabilidade das indústrias criativas.

Espero que o projecto a Norte tenha êxito e embora ainda seja cedo para ajuizar sobre o sucesso do investimento do governo britânico, parece-me que estão no caminho certo.

Carlos Semedo
carlossemedo@gmail.com

 


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